Top Secret, 20 de octubre de 2020

Halloween

Halloween

Todo a nuestro alrededor empieza a teñirse de naranja. Desde las aulas de infantil hasta las grandes superficies. Son los días previos a Halloween, esa celebración que los americanos han exportado a quien se la ha querido comprar. Nosotros, de cabeza. El ambiente previo a la última noche de octubre ya se deja sentir. Toda la parafernalia para la ocasión ya ocupa espacio en supermercados, centros comerciales y, por supuesto, en las llamadas tiendas de chinos donde raro es que no encuentres lo que te haga falta. Y da igual cuando leas esto último. Es más, si vas y preguntas por algo que no lo tienen, enseguida ves a uno de ellos haciendo hueco en una estantería para que no les vuelva a ocurrir eso de dejar a un cliente sin comprar. A lo que íbamos: todo se tiñe de naranja Halloween. Que es el naranja de las calabazas, el símbolo de la fiesta. En realidad, conviven dos colores. El negro y el naranja. El primero asociado a la noche y a todo lo oscuro del mundo de las tinieblas, la muerte, lo oculto, el terror…y el naranja que tiene más que ver con las primeras luces del alba y los tonos otoñales. Aunque la explicación del sicólogo apunte que es un color que aporta energía, es antidepresivo, estimula la mente, nos hace sentirnos más seguros y menos temerosos y amargados. Y nos da alas, en definitiva, para enfrentarnos a lo que representa el negro.

Covid

El caso es que la fiesta importada es como que más glamurosa y, por descontado, más consumista, que la española de Todos los Santos y la canaria de la Noche de Los Finaos. Y allá que se han lanzado las nuevas generaciones de hace ya un par de lustros buenos, a recorrer el barrio al grito de truco o trato. Pues bien, esperemos que este año no salga ni dios a dar la brasa por las calles y avenidas. No es por amargarle la fiesta a nadie, pero no está la cosa para bromas. Ni para gastarlas ni, sobre todo, para recibirlas. Cualquier reunión fuera de lo que ya se ha bautizado como grupo burbuja -familia y círculo de amigos más estrecho, básicamente- es absolutamente desaconsejable. El incesante goteo de nuevos casos de contagio del SARS-Cov2 proceden de saltarse esas básicas normas. Concentraciones de personas a las que no vemos tan a menudo o que son conocidos de nuestros conocidos, son un peligro en potencia. En este caso puede que los amigos de nuestros amigos no sean, o no deben ser, nuestros amigos también.

Cabalgatas

Puede que, además de los negacionistas -que los sigue habiendo-, quienes echen más de menos la celebración de Halloween sean los muy amantes de las tradiciones. Pues toca paciencia. Anunciada ya la suspensión de las cabalgatas de los Reyes Magos, lo siguiente será, con toda probabilidad, la no celebración de los carnavales. No porque la fiesta en sí sea perjudicial, sino para evitar aglomeraciones de gente. La comitiva de Melchor, Gaspar y Baltasar congrega a miles de personas en torno a las avenidas de Arrecife. Imposible mantener distancia social alguna. Y en carnavales, no digamos. Por algo llaman mogollones a los mogollones. Está por ver si la imaginación de los técnicos de las respectivas áreas de Cultura y/o Festejos de los ayuntamientos da para suplir la noche más mágica para los chinijos -la de Reyes, no la yanqui de las calabazas- y si luego el político, la Junta de Seguridad o quien sea, lo autoriza. Nos consta que se están devanando los sesos para que el verbo prohibir no se siga imponiendo en lo que nos rodea.

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