Facherío a la conejera

Pero, ¿tanta gente de extrema derecha hay en Lanzarote? Que sí, un montón, solo que antes estaban agazapados y ahora están saliendo del armario. La escasa asistencia a la caravana de vehículos del sábado pasado en Arrecife no le hace justicia al verdadero potencial de la ultraderecha en la isla. Piensa que Vox obtuvo más de 6.700 votos en las últimas elecciones generales al Congreso de los Diputados celebradas en Lanzarote en noviembre, convirtiéndose en la quinta fuerza política. Estuvo a ciento y pico votos de echarle la pata por encima a CC, a menos de mil de distancia del PP y a unos 1.200 de UP. 
 
Hay que tomarse en serio a esta gente, aunque caso ninguno. Fachas, friquis, indocumentados, inadaptados, anti-sistema… se han apuntado al carro de la derecha extrema nostálgica de la dictadura franquista que, no obstante, ha mutado, se ha adaptado a los tiempos, respeta en apariencia las reglas de la democracia y hará lo imposible por tomar o asaltar el poder. Sí, tomar, asaltar. Sí, fascistas. Ya no llevan camisas falangistas y sólo los distingues porque de vez en cuando les sale el tic y alzan el brazo y por los disparates que sueltan para tratar de subvertir el relato sobre la realidad pasada o presente.
 
Pocos, muy pocos, muchísimos menos de lo que representan se echaron a la calle bajo el lema ‘Por España y su libertad’. ¿Qué quieren decir con eso? Exactamente lo que dicen: liberar ‘su’ España de un gobierno progresista. Ni más, ni menos. Derrocar el Gobierno como sea creando un clima insostenible, aunque bien está que traten de hacerlo tratando de convencer así sea retorciendo la verdad y manifestándose en las calles. Convertida en brazo de agitación institucional, política y callejera de Pablo Casado, la extrema derecha cumple lealmente con el papel que le ha sido asignado. A los fachas hay que tomárselos muy en serio, pero ni caso, y mucho menos cuando provocan.

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