En la conurbación

En Lanzarote se está configurando una pequeña metrópolis alrededor de la capital donde tiene lugar la mayor parte de la actividad económica y la movilidad. Entre Costa y Puerto del Carmen se encuentran las instalaciones energéticas y de producción de agua desalada de Punta Grande, el puerto de interés general, la ciudad de Arrecife y sus barrios -y su paro y su exclusión social-, las autovías, las zonas industriales, Playa Honda y el Aeropuerto. Es la urbe pura y dura, despersonalizada, que se aleja cada vez más de la esencia territorial y paisajística de Lanzarote.
 
Antes o después, aunque pronto, se producirá la conexión de Arrecife con Tahíche, con Playa Honda y/o con las Caletas y Costa Teguise. Los límites municipales se diluirán y la población demandará servicios públicos de calidad, al margen de si reside por acá o por allá de la linde municipal. Aquí, pronto, a duras penas se conseguirá mantener el código de color blanco en las naves de las zonas industriales, surgirán más problemas por tamaño excesivo de la publicidad debido a la laxitud administrativa en el cumplimiento de las ordenanzas estéticas por parte de grandes corporaciones, muchas naves envejecerán por falta de mantenimiento, y brotará una arquitectura doméstica variopinta de materiales, colores y formas. Aquí, en la courbación.
 
No se atisba no ya una sola acción, sino una sola reflexión en las administraciones públicas orientada a paliar y corregir esta tendencia, que va a más y a peor. No hay visión de conjunto. No hay visión. Ni conjunto. Rige la ley de la selva en los espacios fronterizos, allí donde todo se difumina.

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