El teatrillo de Arrecife

Extraño campo de batalla en que se ha convertido Arrecife. No por los intereses que se dirimen, sino por los contendientes y las escaramuzas que se libran. En la ciudad se escenifica un teatrillo en el que diversos títeres representan varias historias. Ante el arrollador avance de Ciudadanos (Cs) en todas las encuestas, algunos partidos como Coalición Canaria (CC) y el Partido Popular (PP) han cerrado filas para hacer frente común a lo que Paulino Rivero denomina la ola españolista, que amenaza con llevárselos por delante. Lo que han hecho es repartirse los papeles, pero con un mismo fin: criticar el gobierno de Arrecife y darle caña a Cs por no apuntarse a una moción de censura y darle palos a la alcaldesa hasta que reabra la avenida al tráfico rodado, le dé el visto bueno al borrador del nuevo Plan General redactado por CC entre bastidores y, finalmente, se rinda sin condiciones.
 
CC y PP no hablan del Plan General. Se limitan a desgastar a la alcaldesa, pero no obvian el documento de Revisión del Plan. Para tal menester han suscrito una encomienda de gestión con la Cámara de Comercio de Lanzarote y su presidente es el encargado de vender la burra de que el Plan debe estar fuera del debate político, que hay que aprobarlo ya y que, si no, Arrecife colapsará del todo. La Cámara así paga el peaje de su futura subsistencia. Estas corporaciones ya no cuentan con el potente ingreso del pago obligatorio de las cuotas por parte de las empresas, por lo que vive y vivirá de los conciertos, convenios, subvenciones, ayudas y encomiendas de gestión que le lleguen de las instituciones públicas. Apoyar el Plan General de CC es la penúltima encomienda que le ha llegado, y la Cámara, gustosa y servil, la ejecuta con celo.
     
Está a punto de descender en Arrecife un simulacro de artículo 155 en los barrios
Reconvertida en una franquicia de la Presidencia del Gobierno de Canarias en Lanzarote, la Cámara no oculta su adicción a financiarse con dinero público si quiere sobrevivir. Pero, en la hoja de ruta trazada y la asignación de roles hay más actores y papeles que interpretar, ya que está a punto de descender en Arrecife un simulacro de artículo 155 en los barrios protagonizado por Rafael Juan González. La legitimidad que asiste a todos ellos está fuera de toda discusión. Pero digámoslo con claridad: Arrecife no es más que un caladero de votos para esta gente, y, por eso mismo, un campo de batalla virtual. O, en el mejor de los casos, un territorio casi virgen para hacer buenos negocios.
 
Así está la cosa. Pero, para que todo eso sea posible, las marionetas son las que se ocupan de mantener a los arrecifeños en la resignación, haciéndoles ver que no son sino meros empleados, simples consumidores. Sólo son espectadores corrientes, público del montón. Jamás ciudadanía. Quizá en esto se les esté yendo la mano a todos, en especial a la Cámara, ya que, con la excusa de pretender lo mejor para Arrecife, está jugando a hacer política de bajo vuelo. En fin, el peaje por la subsistencia.

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