El PSOE, proa al marisco

No sólo Pedro Sánchez vive en una realidad paralela, pues parece contagioso entre algunos miembros del PSOE lanzaroteño. Barcos, barcas, chalanas, falugas o fuerabordas podrán acampar a sus anchas en las vías de poblaciones costeras si la decisión pasara por ellos.
 
Dejamos los yates y ferris, pero ¿por qué no incluirlos? Los caleteros con barco, seguramente simpatizantes del partido dada la falta de reflexión del  PSOE de Teguise,  han solicitado que sus embarcaciones puedan estar en las vías públicas, supongo que delante de cada casa. La medida, solicitada para la Caleta, puede tener eco próximamente para los restantes municipios, pues resulta obvio que no parece concurrir ninguna circunstancia en la Caleta diferente a Arrecife, Playa Quemada, Caleta Caballo, Playa Blanca, La Santa… pues hablan de la afición a la pesca deportiva y la tradición como el fundamento, o la falta de él, para justificar la solicitud a un Pleno Municipal. No es el tráfico rodado el problema, ni el aparcamiento de vehículos a motor en las calles, ni la pésima calidad ambiental de la Caleta, ni  la vulgarización del emplazamiento, tal y como sucede en La Graciosa.  El PSOE de Teguise no se percata de los asuntos de enjundia, sino de dónde poner los barcos de recreo de quienes tienen su segunda residencia en la Caleta.
 
Si en Arrecife el problema de las embarcaciones no se ha sacado de los límites de la lámina de agua, pues es ahí donde deben estar las embarcaciones, donde tienen su razón de ser, donde contribuyen, además, al mantenimiento de los valores culturales asociados al Charco. Si eso es así en la capital, ignoro que hacen aquellos de Teguise sacándolos del agua y preocupándose de que duerman junto a las viviendas de sus propietarios. Decía un caletero que lo primero es tener dónde ponerlo  y que luego viene lo de comprar la embarcación. Yo creo que no, que  lo que se estila es lo mismo que vemos cada día y que protagoniza el partido que lo propone al Pleno de Teguise, que nuestras acciones vienen siendo fruto de ocurrencias y ventoleras, que, en la vida pública da la medida de qué es lo que realmente importa, y en la vida privada, también. Muy poco hacer comunidad y ningún sentido de eso que llaman espacio público.

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