El Plan de Movilidad de Arrecife señala las graves deficiencias de la Avenida

“El tráfico peatonal debe ser el protagonista del centro de Arrecife, apoyado en la bicicleta y el transporte público, manteniendo, e incluso mejorando, la accesibilidad de antaño e incrementando la calidad ambiental”. Así se expresa el Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Arrecife (PMUSA) cuando analiza la movilidad en el frente litoral de la ciudad, que añade: “La propuesta debe permitir que el tráfico llegue hasta las inmediaciones, pero sea absorbido por los aparcamientos existentes. Con el esquema de peatonalización progresiva de las 239 calles adyacentes al paseo, se irá reduciendo la presencia de un tráfico rodado que ha sido y es excesivo en todo el entorno”. 

 

El PMUSA propone el cierre de la Avenida al tráfico rodado a medio plazo. A largo plazo, sugiere que se debe continuar “en la progresión de las medidas de restricción de la circulación en todo el frente litoral”. Los redactores afrontan este espacio de una manera crítica: “El frente litoral o, más específicamente, la habitualmente denominada ‘peatonalización de la Avenida’ constituye el aspecto más polémico de la movilidad en Arrecife, polarizando toda la atención periodística y política”. A su juicio, la decadencia comercial de Arrecife “es acelerada y patente”, pero “parece contradecir numerosos estudios europeos que demuestran que peatonalizaciones bien ejecutadas han venido suponiendo incrementos de facturación de los comercios de la zona de hasta el 20% y el 40% en solamente un año”.

 

Y los redactores acaban despachándose: “La culpa de la decadencia comercial no es de una reducción del tráfico de vehículos por el frente litoral, sino de una decisión parcial y con escasa base técnica para resolver un problema complejo. Esto ha llevado a que en un frente marítimo de la calidad potencial de este, no exista una sola terraza amplia con vistas al mar, aprovechando las magníficas pérgolas que actualmente están desnudas de vegetación; a que por una vía supuestamente peatonal circulen guaguas interurbanas de quince metros de largo y motor diesel convencional; a que haya numerosos tocones que dan fe de antiguas arboledas en un entorno que ahora sufre los rayos verticales del sol; a que coexista el parque Islas Canarias de más de 17.000 metros cuadrados con restaurantes cuyas minúsculas terrazas impiden prácticamente el paso con sus sombrillas a los pocos peatones que circulan por la estrecha acera que es reminiscencia del antiguo trazado; y así un larguísimo etcétera”.

 

Por si no fuera suficiente, los redactores del Plan de Movilidad de Arrecife consideran que para cualquier visitante esporádico “encontrar un aparcamiento es una tarea detectivesca en medio de una trama urbana de las más enrevesadas de Europa”. A la par, la Lanzadera, que pretendía suplir la falta de acceso rodado, “no tiene paradas claramente señalizadas, su frecuencia y horario son un secreto conocido por muy pocos y su gratuidad es una sorpresa para buena parte de las personas que acceden a las guaguas”. Por último, los turistas de cruceros “se enfrentan a una gymkhana si pretenden conocer una ‘Capital de la Reserva de la Biosfera’, que no está señalizada en absoluto”.

 

La conclusión a la que lega el PMUSA es obvia: “La pérdida de accesibilidad se ha traducido inevitablemente en que la Avenida de la Marina se haya transformado poco a poco en un área cada vez más desolada y sin apenas sentido urbano, entrando en un círculo vicioso que reduce progresivamente el atractivo comercial”. Así, recoge la “patente falta de mantenimiento, tanto del mobiliario como de la vegetación, a lo largo de todo el frente litoral, pero de manera más acusada en el Parque José Ramírez Cerdá y el Parque Islas Canarias”.

 

Para finalizar, el Plan de Movilidad sostiene que la focalización del discurso en la peatonalización “no hace sino diluir aún más la imagen de la ciudad. El conjunto del frente litoral, lejos de tener una estructura consistente, ahora es una prolongación geométrica de tramos sin continuidad funcional ni estética, en la que sus diferentes partes son entes independientes y desarticulados, con una manifiesta descompensación: el Charco de San Ginés, la Avenida de la Marina y la Avenida de Fred Olsen están tan cerca geográficamente, como lejos funcionalmente. El único elemento común de todo el frente litoral es el deterioro, más acusado en las zonas más centrales”.