Fue aprobado por unanimidad

El PIOT cumple 27 años y sigue sin sustituto

Al Plan Insular aprobado en 1991 le llueven las críticas por su avanzada edad, pero nadie ha sido capaz de sacar adelante su necesaria revisión.

El PIOT cumple 27 años y sigue sin sustituto

El Plan Insular de Ordenación del Territorio (PIOT) de Lanzarote cumple por estos días 27 años de vida y, aunque se hace muy viejo, no tiene quien le sustituya. El 17 de junio de 1991, el Boletín Oficial de Canarias publicaba la primera entrega del documento de aprobación definitiva del PIOT, que incorporaba unas cuantas decisiones coladas con nocturnidad y alevosía, que, por fortuna, fueron descubiertas y paralizadas.

Al PIOT le llueven las críticas por su avanzada edad, pero nadie ha sido capaz de sacar adelante su necesaria revisión, lo cual eleva al rango de la excelencia la categoría política del entonces presidente del Cabildo. El recordado Nicolás de Páiz fue capaz de concitar en torno al Plan Insular un gran acuerdo, público y privado, y aprobarlo por unanimidad estando en minoría. Es muy difícil que se vuelva a reproducir el nivel, la profundidad y la calidad del debate que se produjo en aquellos años, así como los grandes pactos alcanzados.
 
El PIOT bebió del ideario de César para pacificar los conflictos territoriales
 
Cuando en la política conejera aún había espacio para el arte y la vocación, se aprobó el PIOT de Lanzarote. Fue el primero en su género aprobado en Canarias y fue pionero al establecer el concepto de capacidad de carga del territorio. Bajo la dirección del urbanista Fernando Prats Palazuelo, reguló la cantidad y calidad del turismo que quería la isla, estableció límites en el número de plazas turísticas e introdujo ritmos de crecimiento para alcanzarlas. También incorporó unos exigentes estándares de calidad para la oferta hotelera y extrahotelera. Por último, anuló cerca de una veintena de planes urbanísticos y desclasificó más de 250.000 plazas turísticas.
 
Por todo lo dicho, el Plan Insular vino a proteger el conjunto del territorio insular, que se encontraba gravemente amenazado, y propuso un equilibrio entre la conservación del patrimonio natural y el paisaje, de un lado, y el desarrollo económico y social de la población, de otro. Aquel Plan bebió del ideario de  César Manrique con el fin de pacificar los conflictos territoriales, turísticos, energéticos, sociales, económicos, de transporte, de servicios públicos, de bienestar y ecológicos existentes hace tres décadas.
 
Los mismos que lo criticaron fueron quienes lo vulneraron
 
Pero Lanzarote no vivió un idilio. Con la entrada en vigor del PIOT de 1991, mientras unos saludaban la llegada de la modernidad urbanística, otros se aferraban a la barbarie especulativa e inmobiliaria. Los mismos que lo criticaron fueron quienes lo vulneraron. Los grupos de gobierno de Teguise y Yaiza de aquella época se lo saltaron por las bravas y en la isla se desató un grave conflicto entre defensores de la legalidad e infractores cuyas consecuencias todavía colean.
 
El PIOT debió ser revisado hace al menos un decenio. Mientras aguarda su actualización un lustro de estos, ha quedado reducido a una reliquia sin intérpretes y que, además, ha extraviado su manual de uso. Yace en el olvido víctima del negacionismo hacia César Manrique, la desregulación urbanística, la involución territorial y el auge del municipalismo miope.

Comentarios