El PIL ante el espejo

Asombroso lo del PIL. Una fuerza que copó casi todo el espacio político en Lanzarote y que, con el paso del tiempo, no es ni la sombra de lo que fue. A base de bocados, otras formaciones le han ido comiendo el terreno, apretándole de derecha e izquierda, de arriba a por abajo, por dentro y en el centro. Eso, y la desaparición de la escena de su fundador, un todavía carismático Dimas Martín que se encuentra inhabilitado para unificar y recomponer los pedazos que van quedando.

Sabrás disculpar el ejemplo mal traído, pero no se me ocurre otra forma de representar lo que le sucede al PIL. Se asemeja a un animal moribundo, de grandes dimensiones, anunciando una inminente descomposición, y que atrae a los especialistas en desguaces varios. Llevan décadas intentando despiezarlo con desigual fortuna, especialmente -pero no sólo- sus competidores naturales en el espectro del nacionalismo. Hachazo en 1994, dentellada en 1996, mordisco en 1997… episodios todos ellos encaminados a embolsarse los votos del PIL.
 
“Todo indica que el protagonismo del PIL pertenece a otra época”
 
Con la inestimable ayuda de los que se fueron yendo, hartos –decían- de la jefatura única y los modos autoritarios de su líder, se han quedado los irreductibles, de momento. Perseveran los más fieles, aquellos que no se avergüenzan al reconocerse en una fotografía tomada hace 25 años, ni tampoco al dejarse retratar ahora junto a las siglas de la tunera. Pero, cada vez más envejecida su base electoral, nada augura que el PIL pueda renacer de sus cenizas y alzar el vuelo de nuevo.
 
No. No parece que la solución definitiva pase por la inminente celebración de un Congreso que ha sido aplazado varias veces. Los asistentes se mirarán unos a otros y a sí mismos, y harán el recuento de las nuevas bajas. Aún puede jugar algún rol en la vida política insular, permitiendo decantar las mayorías a un lado u otro. Pero no, todo indica que el protagonismo del PIL pertenece a otra época.
 
Ernesto Cedrés

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