El otro debate del Plan General

El otro debate del Plan General

La mayor parte de los ciudadanos de Arrecife no nos apellidamos Cortezo, Armas, González... Y, de apellidarnos así, nada tenemos que ver con los  propietarios de grandes piezas de suelo, por lo que poco nos cambiará la vida las decisiones que afecten a esas personas y a esos suelos.
 
Unas seiscientas cincuenta y nueve calles acogen a los más de cincuenta y ocho mil habitantes de la ciudad. Casi Cuarenta y nueve mil con derecho a voto. Los menos numerosos residen en una serie de vías situadas en primera línea de costa, en inmuebles de seis y siete plantas de altura que, de forma insólita, acaparan las mayores alturas de la ciudad y que se erigen en un farallón que niega las históricas servidumbres de vistas sobre el mar de las que disfrutaban parte del resto de la población residente en las calles más alejadas. Semejante privilegio de alturas lo disfruta igualmente el tramo de la calle León y Castillo que finaliza antes de las Cuatro Esquinas, parte de la calle Manolo Millares, y algunas más. Acaso una decena de calles que no alcanza ni el 2% del total de vías de Arrecife.
 
Es casi insultante la deriva insolidaria, de desigualdad y de consumo de un bien escaso como es el territorio
Este es uno de los escenarios. El otro, más general, es casi insultante por la deriva insolidaria, de desigualdad y de consumo de un bien escaso como es el territorio. A estos ciudadanos, el solar de Ginory, el Islote del Francés, el parque de La Vega… Estas, que son objeto de un falso debate, en nada arreglarán sus vidas, ni resolverán la ciudad desparramada en que deviene el núcleo urbano, tal que un vulgar suburbio. Sin reservas de suelo verde, ni de equipamientos, ni de dotaciones, acumulando tal cantidad de déficits que quedan ocultos tras la falta de reflexión en la que nos colocan quienes pretenden hacernos creer que el Plan General es el plan para lo que está por construir, para cuatro propietarios de solares. Cuatro de casi cincuenta y nueve mil, huérfanos de voz, resignados con este destino cocinado lejos del municipio por los sectores de CC que trazan líneas a su antojo sobre nuestras vidas.
 
Nada hay más sostenible que consumir menos territorio aumentando la edificabilidad en toda la ciudad
 
La reclamación de un criterio de equidad no es sino la conjura de aquellas medidas que la vieja burguesía local impuso, premiando a sus iguales con una edificabilidad para sus solares que se ha perpetuado hasta hoy y que, además, supuso la condena de los más notables exponentes de la arquitectura histórica que cayó justificada por una expectativa de aprovechamiento urbanístico que multiplicaba por seis el suelo que ocupaban aquellos inmuebles. Hoy, sesenta años después de la irrupción de una modernidad sólo para unos pocos, la experiencia nos indica que el desarrollo se escribe en clave de sostenibilidad, y nada hay más sostenible que consumir menos territorio aumentando la edificabilidad en toda la ciudad, generando riqueza en cada calle, reservando suelo para el esparcimiento y el recreo visual. Hay que densificar la ciudad. Aquí está el debate del que nos quieren distraer unos y otros. Esos que, en el aprecio al interés de unos pocos, manifiestan un profundo desprecio a casi cincuenta y nueve mil almas. Las suficientes para que podamos con ellos.

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