El coñazo de las bicis

Arrecife tiene pendiente entregar la ciudad al peatón y a la bicicleta en detrimento del vehículo privado, sea de motor de combustión o eléctrico. Pero no parece que esta sea ahora mismo una prioridad. Y, según se deprende del Estudio de Movilidad urbana que incorpora, tampoco lo es para los redactores del borrador del documento de Revisión del Plan General de Ordenación de Arrecife ni para quien les dio las instrucciones: la Consejería de Política Territorial del Gobierno canario.
 
Los españoles hemos llegado tarde al mundo de la bicicleta en comparación con otros países europeos, y los conejeros ni te cuento. Ellos, daneses, holandeses y demás comunidades europeas civilizadas, padecen un clima de perros, pero ello no les ha impedido llevar décadas usando la bici para desplazarse en las ciudades. Por aquí abajo alardeamos de un clima incomparable, pero lo de montar en bici lo llevamos fatal. Entre otras razones, porque vamos muy por detrás en demandas ciudadanas y en mentalización institucional. De hecho, la mayoría de los ayuntamientos de las urbes canarias no han creado todavía las condiciones para disponer de un transporte decente de bicicletas.
 
Una reciente encuesta indica que seis de cada diez españoles comparte que este medio de transporte es una gran alternativa para lograr descongestionar los centros urbanos, tanto desde el punto de vista medioambiental como del los atascos. Pero, poco saben acerca de los servicios municipales de alquiler de bicis, allá donde se han establecido, mientras que nueve de cada diez está convencido de que es un peligro circular en bici por una ciudad. Dudas e incertidumbres envuelven a la bici, pero seis de cada diez encuestados está a favor de que se limite el uso de coches, con lo que ya podemos ir acostumbrándonos. La bicicleta ha llegado para quedarse en las sociedades contemporáneas, aunque en Arrecife, por lo dicho, su uso sea casi anecdótico. Y, para alguno con mando en esta plaza, hasta un coñazo.

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