Top Secret, 6 de febrero de 2019

Ejemplos de la vieja política

¿Quién es el político que anda escondiéndose aunque él prefiere llamarlo “estrategia de partido”? Que igual es eso, estrategia, pero cuesta creer ya que se trata de una formación relativamente nueva y que vino a desterrar las viejas políticas. Siga leyendo...

Ejemplos de la vieja política

Ejemplos de la vieja política

¿Quién es el político que anda escondiéndose aunque él prefiere llamarlo “estrategia de partido”? Que igual es eso, estrategia, pero cuesta creer ya que se trata de una formación relativamente nueva y que vino a desterrar las viejas políticas. Y nada más viejo que no dar la cara. En tiempos de la “vieja política” las reuniones se hacían a escondidas de todo el mundo, en los reservados de los restaurantes, en casas particulares, a horas muy raras... El objetivo era que el periodista ni la oliera. Y si el periodista no la huele, el pueblo -palabra favorita de los populistas- no se entera. El objetivo de tanto esconderse era, por tanto, tener al ciudadano engañado. Justo lo contrario a la transparencia que han venido a repartir, a chorros, tantos nuevos políticos en tantos nuevos partidos. Y dos huevos duros. La verdad de las cosas es que se siguen produciendo dos prácticas tan sobadas como esa apestosa vieja política: el silencio y la opacidad, que es otra variante del silencio. El engaño no lo citamos porque sigue siendo inherente a la práctica política: la de antes, la de mucho antes, la de ahora y la de mañana, si es que los de ahora no cambian. Que no cambiarán. Puede que la carrocería sea nueva, pero el motor tiene ya sus miles de kilómetros.

El silencio

Una de las modalidades de la vieja política es el silencio. Tratar al pueblo de tontos del culo, con perdón, y esperar a que las cosas mueran por sí mismas. Ejemplo: hay algo que requiere de alguna explicación. Pero la explicación no es sencilla. Así que optan por no dar ninguna, por callar, por el silencio confiando en que el paso del tiempo lo tape todo. El ciudadano acabará olvidándose del tema y al partido del silencio no le pasará factura. Igual les suena algo muy cercano en el caso de los "inteligentes elogios" hacia César Manrique del candidato al Senado por Podemos. Y muy fan de Kapuściński, por cierto, como no podía ser menos tratándose de un intelectual de prestigio. El caso es que tras las disculpas públicas sin ser públicas del candidato (las escribió en su muro de Facebook que sostiene que no es público), todo el mundo se quedó mirando a Noemí Santana, la líder canaria de Podemos, para escucharla hablar. Es evidente que alguien que en Lanzarote insulta a César Manrique no puede luego pretender pedir el voto a nadie, y como quiera que Santana tendrá que venir a la isla a recaudar votillos, era de esperar unas palabras por su parte. De disculpas, suponemos. Implorando el indulto popular al candidato, imaginamos. Anunciando que lo aparta de la carrera política, desearíamos. Pero nada de eso se ha producido. Ni tiene pinta. Al contrario, el silencio tan de la casta adoptado por la nueva política. Sospechosamente parecida a la vieja.

El esconderse

Otra modalidad de las repudiadas prácticas del pasado es una variante del silencio anterior: el esconderse. No dar la cara. En esas está un destacado político, que quiere destacar aún más, y cuyo partido ha vivido recientemente una asamblea muy democrática. Absolutamente limpia. Tanto que “estratégicamente” le han recomendado que se esconda, que no dé la cara, que no aparezca en los medios de comunicación. Silencio. Mutis. ¿Escondido? No, ni hablar. Estrategia política. Una estrategia que consiste en que el pueblo (otra vez) esté cuanto menos informado mejor. Se toman la libertad de decidir cuándo la gente tiene que saber y cuándo no. Como los viejos, muy viejos políticos, pese a que los urdidores de la “estrategia” anden por los treinta. ¿Transparencia? ¡Anda y que te den! Una, y la otra, son monumentales faltas de respeto a los votantes. A los que, insistimos, un día de estos tendrán que pedir la confianza empleando para ello la mejor de sus sonrisas y desencadenando un aluvión de promesas de transparencia, confianza, nuevas formas de hacer política y bla, bla y más bla. ¡Y también dos huevos duros!

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