Top Secret, 27 de marzo de 2018

¿Dónde se acampará en el futuro?

¿Dónde se acampará en el futuro?

¿Dónde se acampará en el futuro?
Desde un punto de vista de respeto a la legalidad, actualmente sólo se puede acampar en la zona habilitada de Papagayo. Pero, ¿y en un futuro, cuando se apruebe el Plan Insular en redacción? Seguro que los más pesimistas dirán que en ningún sitio, igual que en la actualidad, porque siempre surgirá algún impedimento o un déficit de gestión que lo impida. Los precedentes invitan a pensar eso, en efecto. Porque ni siquiera se abre Papagayo a pesar de las vueltas y vueltas que se le ha dado a la cuestión. El socialista Marcos Bergaz, responsable del área de las políticas del territorio en su partido y ex responsable público del área en el Cabildo, dijo ayer en Biosfera TV dos cosas: que si Papagayo no abre esta Semana Santa y si lo hizo tarde el verano pasado, sólo es achacable a un error en la gestión de “la cosa”, puesto que la zona habilitada en Papagayo cuenta con todos los parabienes legales. Y dijo también que en la redacción del nuevo Plan Insular de Ordenación (PIOL) hay previstas “ocho o nueve” zonas de acampada para ser discutidas en cuanto empiece el debate de la aprobación inicial. Somos así, de tener una o ninguna a para a ocho o nueve. Parecido al que no ha comido nada en tres días y luego se zampa tres vacas. 
 
Ocho o nueve
De aquí a que se apruebe el PIOL tendrán que pasar “un par” de años. Unos pocos menos, eso sí, de los que han pasado desde que se aprobó el actualmente en vigor, pues data de 1991. Al poco de aprobarse ese planeamiento, crucial para que la isla no se disparatara desde un punto de vista del crecimiento turístico, se descubrieron algunas limitaciones: en el campo y en la costa. En el campo por las restricciones en hacer según qué cosas que siempre se habían hecho y en la costa con el tema este de las acampadas. Veintisiete años después estamos en las mismas. Aquellos jóvenes que en el año olímpico del 92 se quejaban de que no podían acampar, poco iban a imaginar que sus nietos tampoco podrían hacerlo. Ojo: sus nietos. Si, no cometemos ningún error.  No se puede decir que hayamos sido muy hábiles, ciertamente. Y en cuanto se abra el melón y nos pongamos a discutir, tendremos que elegir entre las ocho o nueve opciones a las que se refería Bergaz. Porque es impensable que se autoricen todas. Aunque aquí somos así de brutitos, a veces.

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