Desconfinar a César

Lanzarote llora, como cada 24 de abril, porque recuerda al hijo que vio morir. Ahonda en la memoria, seguro, a aquel 25 de septiembre cuando de golpe el viento se detuvo sin aliento y dejó de jugar. Si tuviera que imaginar el momento,  seguro, que sería algo próximo a un llanto que ruge desde las entrañas del fuego de los volcanes. Así me imagino a Lanzarote cuando vio que había perdido al hijo. 
Me da vergüenza y tristeza decirte que la Tierra nos ha castigado sin salir de casa
 
César, yo creo que si Lanzarote fuera de alguien, sería tuya. Porque la querías bien. Y querer es fácil, pero querer bien es más complicado. Naciste, te fuiste y volviste. Viste lo que nadie le vio a  Lanzarote cuando estaba desnuda, tú volviste con las mejores telas de Nueva York  para vestirla y ponerla guapa. La querías desde que le viste el alma por primera vez.  Y de esa manera, nadie supo verla y quererla tanto como tú. Por eso le perteneces. Porque al final le pertenecemos a quien nos quiere y nos cuida cuando estamos desnud@s.
 
Lo sabías, César, lo gritaste muy alto cuando entrabas al Cabildo y a los ayuntamientos recordándoles a los políticos de turno que las Instituciones son la casa de tod@s. El mayor defensor de la tierra: "Esto va a reventar", "La tierra no es nuestra, estamos de paso y estamos cargándonos las islas", "La avaricia de los políticos terminará con la isla", "Tenemos que buscar un modelo  de turismo sostenible, porque esta isla no aguantará tantas camas", "Menuda herencia vamos a dejar a nuestros hijos", "La especulación caótica que las autoridades no paran. El taponazo y la bomba van a ser dramáticos"... Cuánta razón, César...
 
Si tuviera que escribirte una carta dejaría para el final el presente. Porque me da vergüenza y tristeza decirte que la Tierra nos ha castigado sin salir de casa. Sólo te contaría que Lanzarote respira hondo sin la necesidad de ningún respirador, y sé que eso te pondría feliz. Si te contara el resto,  te imagino diciendo algo así como: "Lo dije, había que actuar antes de que no hubiera vuelta atrás".
El mayor regalo que le podríamos hacer a César Manrique en sus 101 años es un cambio de modelo turístico
 
También dejaría para el final que no te habría gustado la ingente cantidad de visitas que venían a cebarse en los hoteles con comida que no era la tradicional, que preferían las piscinas de cloro antes que el mar... Porque este país y estas islas  han sido lo más semejante a un destino de fiestas, alcohol, comida barata y playa. Y cuando te tratan como una oferta promocional denigran tu valor.
 
Lanzarote, Canarias y este país, merecen que cuando las busquen sea porque quieren encontrar  un destino exclusivo, que sea un sueño visitar y que valga la pena explorar aunque te duela el bolsillo. No un destino que acabe con un "9'9" acompañado de un todo incluido. Merecemos más, y sólo cuando  nos lo creamos, seremos más.
 
Si queremos que haya recuperación económica temprana deberemos disfrutar de las opciones locales, ese dinero volverá a revertir en nuestra tierra, en nosotros. Hagamos nuestra revolución económica, sostenible, de km 0, comercio local, cuidadosa y con mimo. Poniendo a la Naturaleza, las emociones y la vida en el centro. Consumo responsable y consciente son palabras que últimamente escuchamos con frecuencia. Pero sólo quedarán bonitas en un discurso; debemos ponerlas en práctica. Seguro que el mundo sería mejor de lo que es. César Manrique no puede ser una campaña de marketing, para quedar bien. Tiene que ser un proyecto real. El mayor regalo que le podríamos hacer a César Manrique en sus 101 años es un cambio de modelo turístico. Empecemos de cero. No se trata de ahorrar cuando nos desconfinemos, se trata de invertir en km 0, en apoyar a l@s emprendedores, l@s artesanos. Consumo local por nuestra gente, por nuestra tierra... por César. 
Estoy segura que hoy muchos sienten un Jardín  de Cactus clavado en el pecho
 
No podemos permitirnos fundamentar toda nuestra riqueza en el turismo. Porque ya sabemos el resultado. Potenciemos que Canarias cree industria. Hagamos que se crea sus potentes ventajas territoriales, no sólo por la condición isleña con un clima privilegiado. Hagamos un paraíso, porque tenemos un paraíso que no terminamos de creernos. Hagamos política ciudadana desde nuestras casas y desde nuestros bolsillos... 
 
Porque, ¿qué es la política sin el sentido común? Lo mismo que es Lanzarote sin César. Lanzarote no es la misma sin César, pero siempre será lo que queda de él, en cada lugar y en cada rincón. Te echamos de menos, César. Y estoy segura que hoy muchos sienten un Jardín  de Cactus clavado en el pecho, se sienten como un cangrejo, ciego y perdido en una Cueva Verde, sin luz. Aunque, esperemos que al final siempre nos espere un Río que nos lleve hacia un Mirador de esperanza, porque se sabe que si Juegas con el Viento, siempre hay VIDA. Siempre serás el César de todos los conejeros, eso seguro.
 
El mejor homenaje póstumo que le podríamos dar a César sería continuar con su modelo de turismo sostenible y de calidad. Hace casi 30 años un visionario dejó de ver. Pero hoy se cumplen 101 desde que Lanzarote vio la luz por primera vez. No seamos ciegos como los políticos, que son cangrejos perdidos. Seamos fuego en las montañas y recuperemos la mirada del César. "Hay siempre una esperanza, si se para y se toma consciencia...", decía César. 
 
Ahora que estamos confinados, es momento de desconfinar las ideas de César.

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