Top Secret, 5 de octubre de 2020

Debates

Debates

La pandemia, sus efectos y las políticas para combatir la una y lo otro, lo acapara todo. Da la sensación de que estás en otro mundo si planteas cuestiones distintas a ello. La pasada semana, sin ir más lejos, dos artículos de opinión publicados en este mismo medio invitaban a la reflexión. Uno de ellos firmado por Suso Páez, acerca de la isla de La Graciosa. El otro, del partido de la ultraderecha española, sobre las muchas carencias de la isla. Ambos son debates que trascienden a la actual coyuntura de crisis sanitaria y económica. Vamos, que no sirve que nos digan lo de “justo estábamos en ello, pero…”. De esta frase, al tiempo, nos vamos a hartar. Cuando reclamemos cualquier cosa de nuestras instituciones públicas, lo que sea, acabaremos escuchando que tenían ya todo previsto pero la pandemia frustró los planes. Lo más parecido a esto es la excusa que el Gobierno de Canarias presidido por Fernando Clavijo, y antes el de Paulino Rivero, y con ellos los políticos nacionalistas locales, ponían en cuanto se les reclamaba el Palacio de Congresos. La respuesta era siempre: “No es el momento, hay otras prioridades”. Y resulta que uno mira alrededor y, ni ve el Palacio, ni alcanza a atisbar a qué prioridades se referían. Si es que hablaban de Lanzarote, que lo dudo.

La Jaula

Dice Páez que los gracioseros están encerrados en una jaula, y cuestiona si esta es, o no, de oro. Cada cual sabrá lo suyo. Pero es verdad que la octava isla sufre la ausencia de un plan que ordene los usos de todo tipo. Desde el urbanístico al comercial, pasando por la movilidad. Ello no ha impedido un notable desarrollo económico en distintos campos. Esa ausencia de planeamiento lo ha permitido, sí. Pero también algún que otro despiste de la administración. O de las administraciones porque son cuatro, nada menos, las que algo tienen que decir en La Graciosa: el ayuntamiento de Teguise, el Cabildo de Lanzarote, el Gobierno de Canarias y el de España. No todo el mundo, sin embargo, ha tenido idéntica suerte. Y entre los damnificados, Victoriano, ese hombre que pretende dividir en dos la casa donde vivía con la mujer de la que se separó y que no consigue sacarlo adelante pese a contar con informes, orales, favorables. De lo poco, casi lo único, que no se ha podido hacer en La Graciosa en la última década. Miren alrededor de la casa de Victoriano para que vean.

Carencias

El otro artículo se detenía en las varias carencias que padece Lanzarote. Una isla que ha multiplicado por mucho su población en los últimos lustros y que, sin embargo, las necesidades de toda índole que ha generado ese crecimiento, no se han visto reflejadas en infraestructuras de ningún tipo. Ni de servicios, ni de suministros, ni educativas, ni culturales o deportivas… nada de nada. Eso por no hablar de esa visión miope y de acomplejado que sigue teniendo el político conejero. Cuando en la inmensa mayoría de las ciudades del llamado primer mundo la tendencia es la de cambiar el uso de las calles, sacar los coches de las calles y convertir los espacios en algo más humano y saludable, aquí seguimos rindiendo culto al automóvil y diseñando todo, o casi todo, para él. Miren, si no, la cantidad de excusas que están poniendo para no soterrar algunos tramos y ganar para la ciudadanía los tramos superiores. Unas veces por no salir de la zona de confort, otras por no pedir más pasta no vayan a incomodar a los jefes del partido en Gran Canaria o Tenerife y otras por las dos cosas a la vez.

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