Cuando el asunto es dónde naces

Cuando el asunto es dónde naces

Percibo que Caballé, la soprano recientemente fallecida, tenía clara su posición en el mundo. Es probable que para algunos sea una catalana universal, y digo que para algunos, porque ella, es posible que se considerara una mujer universal, y que lo hiciera con el énfasis de quien desea que su tierra no ceda a esa suerte de guerra civil que se autoalimenta cada día. En otras condiciones de normalidad democrática, no dudo de que reivindicara su catalanidad como el lugar que te marca. Ahora no, no era el momento de que su ataúd fuera la bandera de los soberanistas ni de que alguien cediera a la irreverencia de lanzar lazos amarillos sobre su féretro, o que fuera cubierto por una enorme estelada.
 
Su pertenencia, un accidente. Su profundo acento catalán, una seña de identidad del lugar en que nació. Amó El Liceo como quien ama lo cotidiano, allí donde se forjan los afectos. También se aman territorios y personas lejanas, y ella amó a un aragonés de una manera que un catalán soberanista podría ser incapaz de comprender en el marco de esta refriega casi bélica que se han empeñado en defender. Las fronteras mentales de otros son la antítesis de la expansión de esta ciudadana catalana, ahora sí, porque allí donde nació estableció el lugar desde donde proyectarse al mundo. Esta vez sí, una catalana inmensa en sus afectos, en su hondura y en su talento.
 
No hay lugar más pequeño que este mundo visto desde la inmensidad del universo
No conozco los detalles relacionados con sus últimas voluntades, pero quien debió ser velada en su Liceo decidió que en un tanatorio, sin histrionismo, aunque su público hubiera rendido honores en aquel templo de la ópera. Como a Kraus en el Real, a los acordes de un chelo que tendía el puente al tránsito a la eternidad.
 
El lugar de nacimiento siempre es un accidente, y puede que este se alargue durante generaciones. El lugar de nacimiento, ese accidente, no debiera significar nada más ni ser objeto de reivindicaciones, más allá del compromiso de velar por tu espacio público y tus conciudadanos. Exactamente el mismo compromiso que para otros lugares en el que nos encontremos. Si nacer en un lugar supone la exclusión de quien nació al otro lado de cualquier raya mental, es que algo no marcha bien en algunas cabezas. Si el lugar de nacimiento supone el odio a quien nació un metro más allá de nuestras fronteras mentales, es que estamos de frenopático, porque algunas islas son mentales y no hay lugar más pequeño que este mundo visto desde la inmensidad del universo.

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