Top Secret, 18 de julio de 2018

Carreteras soterradas

Carreteras soterradas
Soterrar carreteras. Es el debate de actualidad. Necesario y oportuno. Y además en un momento en que los políticos no hacen sino presumir del dinero que hay para inversiones. Argana Alta, Playa Honda, Mácher... Los coches por el subsuelo y el espacio visto para la ciudadanía. En 2009 el entonces dirigente vecinal de la Asociación Montaña Mina, de Argana Alta, Andrés de la Cruz Medina, presentó una petición al vicepresidente del Cabildo y responsable de Obras Públicas, Fabián Martín. Los vecinos de ese barrio, el más poblado y abandonado de Arrecife, reclamaban el soterramiento de la carretera que une Arrecife con San Bartolomé a su paso por la barriada. ¿El motivo? Obviando uno que se cae por su propio peso, el de la separación por cuatro carriles de las dos partes del barrio, hay otro de peso: desde 2002 a 2008 murieron 17 personas en un punto u otro entre la ITV y la sede de la Cámara de Comercio, para entendernos. Más de dos personas al año muertas por una mala decisión política: permitir que eso se hiciera de esa manera. Desde entonces a hoy han continuado los accidentes. Han pasado nueve años y la zona sigue exactamente igual. Ahora el debate se reaviva, y parece que con mucha más fuerza. Se une así al existente en otros lugares como Playa Honda o Mácher donde también es evidente que hay que actuar para volver a unir al pueblo en uno sólo. Todo es cuestión de dinero. De mucho, probablemente. Pero al margen de que ahora nadamos en él, según los gobernantes, si esto fuera Tenerife ni se planteaba cuánto cuestan las obras. Se hacen y punto. Los políticos, allí, están hechos de otro pelaje. No es gratuito que corten el bacalao en la mayoría de los partidos. 
 
Las Maretas
Cuando por fin el Gobierno de Canarias tuvo a bien construirnos la carretera de circunvalación después de lustros exigiéndola (única y racaneada gran obra del Gobierno regional en décadas), lo hizo desatendiendo las reclamaciones insulares en varios puntos. Acaso el más llamativo, y lesivo para nuestra isla, fue la manera cómo ignoraron una propuesta del Proyecto Maretas. En el año 2000, el Cabildo de Lanzarote lo presidía Enrique Pérez Parrilla (PSOE). Escuchando las opiniones de expertos y relevantes urbanistas, la primera Corporación de la isla defendió el proyecto con ese nombre. Consistía, entre oyras cosas, en soterrar la futura carretera de circunvalación a su paso por el “cruce de los cuarteles”. Lo que hoy es otro “trébol” de cruces aquí y allá y una pasarela elevadísima, tanto como triste, que sirve para que los peatones crucen la autovía, bien pudo ser una inmensa plaza que sirviera de nexo de unión a la zona norte de Titerroy con Maneje y las dos Arganas poniendo en valor la zona de Las Maretas del Estado y, en definitiva priorizando la vida de los ciudadanos frente al tráfico rodado que, en todo caso, en nada se vería afectado al circular con normalidad, sólo que por debajo del nivel de las personas.
 
Tarifa básica
Pero nada de aquello se hizo. Nada que suponga pelearse con los popes de los partidos en Tenerife se hace. Las exigencias de los políticos lanzaroteños, tan gallitos que parecen aquí, mueren en cuanto se bajan del Binter en La Laguna, en medio de un insoportable olor a deposiciones. Nos conformamos con la tarifa básica de todos los proyectos que defendemos. Asumimos que somos una isla menor, como ellos nos llaman. Y así nos va. Ahora se plantea la necesidad de que las carreteras no pasen por los núcleos urbanos. Ocurre, sin embargo, que circunvalar todos ellos consumiría un territorio cada vez más escaso. Y eso también es incompatible con la singularidad que busca el turista que nos visita, mucho más con el de calidad que buscamos y, antes que todo eso, es una grosera falta de respeto a nosotros mismos, los conejeros. Que alguno habrá al que no le importe que desde Playa Blanca hasta Órzola todo sea carretera-pueblo-rotonda-zona industrial-carretera-pueblo... pero preferimos seguir pensando que la inmensa mayoría de todos nosotros, de ustedes, que nos leen, es que Lanzarote no pierda ni un metro más de su encanto. Así que ha llegado la hora de soterrar carreteras y ganar espacio en la superficie. Pero un espacio para el ciudadano. No se equivoquen. De nuevo.

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