Canalejas, maldita calle

Canalejas maldita. O maldita Canalejas, aunque una y otra son cosas diferentes pues la primera afirmación conduce inevitablemente a la siguiente.
 
El nombre. A falta de mayor información, la vía lleva el nombre de José Canalejas Méndez, abogado y político español asesinado en 1912 tras una intensa vida pública cuyo punto álgido fue la Presidencia del Consejo de Ministros. Entiendo que es este el Canalejas y no otro.
 
Y no, que no se entusiasmen la Cámara de Comercio, el PP o CC, que la cosa no va de abrir la Avenida. Sé que todos ellos, por unos y otros motivos, van a por el Ayuntamiento, y nunca arremeterían contra la población que, al fin al cabo, por poco numerosa que sea, son votantes. Aunque la población fuera responsable de algunos desmanes.
 
La calle. La calle Canalejas discurre paralela al mar, desde la Plazuela hasta la playa del Reducto, teniendo dos tramos bien definidos cuyo límite entre uno y otro es la calle Coronel Bens, antigua frontera de la ciudad y donde estuvo el primer cementerio en lo que hoy es el instituto Agustín Espinosa.
 
La situación. El primer tramo no siempre tuvo actividad comercial, pero desde décadas atrás se fue consolidando dado lo céntrico de la vía. En el resto, la actividad comercial es residual, tres establecimientos para ser exactos.
 
La causa de tal desastre ha sido imputada al cierre de la Avenida
Este primer tramo cuenta con locales para un total de unos 23 negocios que han ido funcionando hasta escasas fechas. Quince de ellos son locales vacíos tras un cierre escalonado. Sorprende que suceda aquí, y no en la transversal Porlier y Sopranis o en la paralela Manolo Millares, acaso más céntrica y con mayores posibilidades la primera que las restantes. La causa de tal desastre ha sido imputada al cierre de la Avenida, al menos así lo manifiesta Jacobo Medina, quien ha sido la última voz del PP en poner evidencia, según sus palabras, lo desastroso de aquella medida. Lo paradójico es por qué considera el PP que la causa es tan selectiva que afecta a esta vía y no a las restantes. Es posible que no lo analice, ya no porque se carezca de esa capacidad, sino porque conviene a sus interés electoral y de desgaste de sus oponentes políticos.
 
Las causas. Uno de los locales, una farmacia, sabemos que se ha trasladado, y lo ha hecho a la Avenida, esa vía cerrada al tráfico masivo que “ha arruinado a los comercios de la zona”. Al PP le ha de sonar esto, y especialmente a Jacobo Medina. Se ha mudado a la Avenida y ha levantado cabeza. Como para detenerse a pensar en ello.
 
Quienes desearan acercarse a la calle Canalejas cuentan con el aparcamiento bajo el parque Islas Canarias, siendo la distancia entre este y la calle mencionada de un par de minutos. También lo puede hacer al de la trasera de la Calle Real y la distancia no es mucho mayor. Ello significa que se debe ahondar en las auténticas razones de lo que podemos denominar como la maldición de la calle Canalejas, y no andar frivolizando con estos asuntos.
 
Las causas del declive de Canalejas se encuentran en la propia calle
No es muy complicado encontrar un motivo o una suma de ellos, y todos de naturaleza similar. La calle está abandonada y maltratada y para lograrlo se ha establecido un acuerdo no escrito entre el Ayuntamiento y los propietarios, un “haz que yo no miro”. Dos inmuebles abandonados y cerrados que restan crédito a la calle, con cadenas y tablones. Dos solares entre medianeras utilizados como aparcamiento, un solar con cadena para que no se aparque en él, un edificio a medio demoler y una plaza propiedad del Cabildo que no es más que un llano entre asfaltado y pavimentado para hacer un par de conciertos al año y una escandalera de tres días en Carnaval. El resto del año no hay un sólo usurario. 
 
Existe el problema añadido de que cualquier proyecto para esa plaza, que nunca ha sido tal, deba dar respuesta al impacto que produce la medianera de la casona que linda con él, pues por mucha intervención que se realice, la situación para la calle es de degradación. Ante lo expuesto, no parece que deba uno irse a la Avenida a la búsqueda de las causas pues todas se encuentran en la propia calle. 
 
Si no reparamos en ello, en que los propietarios son responsables, si no atendemos a que el Ayuntamiento es igual de responsable por no ejercer su labor de vigilancia y de tutela, si no caemos en la corresponsabilidad del Cabildo, si no reparamos en que ninguna fuerza política se detiene a observar cuál es la naturaleza de los problemas de la ciudad, se pasarán la silla municipal de unos a otros y esto seguirá así hasta que la ciudad sea, por agotamiento, un vestigio arqueológico.
 
Resulta paradójico que dos emporios empresariales tengan su comienzo aquí. Uno es propietario de un solar infame. Otro, de una casa en ruinas. Los próceres ilustrados murieron durante el siglo XIX. Desde el XX, la ciudad es el tablero de monopoly del empresariado, estos y todos. Difícil encontrarlos menos sensibles. El problema no está en la Avenida, efectivamente, Jacobo, dese un paseo y mire la calle con ojos escrutadores. Igual se sonroja.

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