EFEMÉRIDE

Ataques de piratas, el día a día en la isla de Lanzarote en siglos pasados

El 30 de julio de 1586, el corsario argelino Morato Arráez arriba a Lanzarote con una flotilla, desembarca de noche con unos mil hombres y arrasa la Villa de Teguise.

Ataques de piratas, el día a día en la isla de Lanzarote en siglos pasados

Sucedió un 30 de julio, pero del año 1586. El corsario argelino Morato Arráez arriba a Lanzarote con una flotilla compuesta por siete galeras y desembarca de noche en la ensenada de Los Ancones con unos mil hombres. Al día siguiente se dirigirían, casi sin ser vistos, a la Villa de Teguise, provocando uno de los más destructores ataques piráticos a la isla del siglo XVI. El pirata asedia el castillo de Santa Bárbara, y, a los pocos días, la población allí refugiada logra huir durante la noche buscando protección en riscos y cuevas. 
 
El Museo de la Piratería situado en el castillo de Santa Bárbara, en la cima de la montaña de Guanapay, recoge diversos ataques sufridos durante siglos por unos invasores que venían sobre todo en busca de esclavos. Los saqueos más importantes que conoció Lanzarote en aquel tiempo venían de la mano de piratas berberiscos como Morato Arráez, Tabac Arráez y Soliman. Pero, al encontrarse Canarias en la encrucijada de las rutas americanas, fue desde el descubrimiento de América un escenario propicio para la piratería internacional. La fortaleza se encuentra cerrada por obras de restauración. 
Más de un centenar de argelinos fallecen en el Callejón de la Sangre cuando atacaban la Villa
 
En 1569 se produce el primer ataque pirata a Lanzarote, realizado por el corsario berberisco Calafat de Salé, quien ocupa la isla. Más de un centenar de argelinos fallecen en el Callejón de la Sangre de Teguise cuando atacaban la Villa. A finales del siglo XIX se encuentran varios esqueletos en la Plaza Mayor de Teguise cuando se procedía a la plantación de árboles, y no es hasta unos años más tarde cuando se les relaciona con los atacantes fallecidos en el Callejón de la Sangre.
 
En 1572, el pirata Dogalí, apodado El turquillo, desembarca en Arrecife con 400 hombres y se dirigen a la Villa de Teguise, a la que incendian y saquean mientras la población se refugia en el castillo de Santa Bárbara. Dogalí sitió la fortaleza y capturó a unos cien cristianos para posteriormente pedir rescate por ellos. Pero, todo hay que decirlo, también se producían razias en sentido contrario, en el cercano continente, hasta que aquel mismo año el rey Felipe II prohíbe las avanzadillas de los cristianos en la costa de Berbería en busca de esclavos.
En 1606 una real cédula apercibe a los señores de la isla sobre la obligación de fortificarla
 
El rey Felipe III expide en 1606 una real cédula por la cual apercibe a los señores de la isla sobre la obligación de fortificarla, dado el estado ruinoso en que habían quedado las fortalezas tras el ataque del pirata argelino Morato Arráez en 1586. El castillo de San Gabriel es destruido por las llamas y, desde ese momento, tanto la fortaleza como el islote donde se asienta pasaron a llamarse El Quemado.
 
Otro atraque devastador tiene lugar en 1618. Los corsarios argelinos Tabac y Solimán desembarcan con tres mil hombres y destruyen Teguise y Arrecife, saqueando todos los objetos de valor que encontraron y llevándose unos 900 cautivos. En 1749 se produce el último ataque pirata a Lanzarote, cuando dos jabeques argelinos desembarcan por el puerto de Las Coloradas con 400 hombres armados que incendian la Torre del Águila, la ermita de San Marcial y Femés.

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