En 2017 se censaron 1.219 asociaciones en Lanzarote. Si desarrollaran cierto nivel de actividad más o menos rutinario, pero constante, la isla dispondría de unos de los tejidos asociativos más robustos del planeta, pero sabemos que no es así. El trabajo voluntario es muy sacrificado y las asociaciones aparecen y desaparecen en un mundo de muchas sombras y escasas luces. ¿Su estado de salud real? Es difícil saberlo con certeza. El último estudio data de 2011, fruto del ‘Encuentro de asociaciones, voluntariado y ciudadanía’. Según el último censo, hay en la isla 608 asociaciones culturales e ideológicas, casi el doble de las existentes en 2010. Suponen prácticamente la mitad.
Una de las dificultades es la tradicional falta de apoyo institucional
Participar activamente en la vida civil es muy costoso. Las principales dificultades vienen marcadas tanto por factores externos, como la tradicional falta de apoyo institucional, como por factores internos, como las carencias organizativas que se viven en el seno de los entes sociales, según se desprende del Encuentro ante citado. Como punto central se detectó que “las asociaciones están dedicando gran parte del esfuerzo a la elaboración y el desarrollo de actividades y proyectos (que probablemente en algunos casos se convierten en un fin en sí mismos, y no en un medio para lograr unos objetivos establecidos colectivamente), así como a la búsqueda de dinero para la realización de estos proyectos y actividades”.
El dinero se suele obtener principalmente a través de las subvenciones públicas, que, por su parte, “actúan de manera paternalista, generadora de dependencia y excesivamente burocratizada y con una carencia relacional muy importante”, se señaló en aquel Encuentro al que acudieron organizaciones de todo tipo. En la isla hay 202 asociaciones deportivas, recreativas y de jóvenes, que son las segundas más numerosas. Referidas a la mujer sólo hay nueve, mientras que las educativas ascienden a 81 y las vecinales contabilizan 79. Las filantrópicas y asistenciales son 46.
Una demanda: la creación de ‘la Casa de las Asociaciones’
Entre las propuestas surgidas del ‘Encuentro de asociaciones, voluntariado y ciudadanía’ destaca la generación de espacios de encuentro y relación, coordinación, trabajo en red, información compartida, etc. con y desde las asociaciones y con y desde la administración pública. También se constató la necesidad de formación continua en áreas como el funcionamiento organizativo, la diversificación de fuentes de financiación “para lograr autonomía e independencia”, y la mejora de la estructura organizativa, como el trabajo en equipo, la organización y coordinación de los miembros, etc.
Otra de las conclusiones fue la creación de un espacio físico, que se denominó ‘la Casa de las Asociaciones’, un lugar que facilite el desarrollo del tejido asociativo: espacio de encuentro y trabajo, banco de recursos técnicos, formativos, voluntariado, etc. Pero si la participación se convierte en “un esfuerzo personal muy grande, sólo pocos participarán, como quedó de manifiesto. Los demás “delegarán, como ha ocurrido casi siempre hasta ahora”, entre otras razones porque el tiempo es un bien escaso para una gran parte de la población, de los técnicos e, incluso, de los representantes públicos. De los egos y los protagonismos como un mal a combatir en el mundo asociativo apenas nada se dijo.
