¿Quién sabe lo que piensa la gente? El horno de las encuestas

¿Quién sabe lo que piensa la gente? El horno de las encuestas

Se congratula el presidente Pedro San Ginés, en un reciente artículo publicado bajo el título ¿Qué opina la gente?, de lo bien que van las cosas en la isla. Y para demostrar que esto no es ningún estado mental de cierto sector de población, ni mucho menos una arenga política y pese a los alarmistas, pesimistas, podemistas y demás aristas insatisfechas, pero francamente minoritarias a tenor de lo que cuentan y cocinan las encuestas, nos muestra el resultado de un “estudio” que dice que todo va genial porque la mayoría de la población así lo “opina”. 
 
En esta ocasión se trata de la Encuesta sobre Temas Insulares (para curiosear https://goo.gl/PcKTWi) que se realizó telefónicamente con motivo del 25 aniversario del reconocimiento de las Reservas de la Biosfera de Lanzarote y Menorca (el estudio se ha hecho también en esta isla), y que tenía el objetivo de conocer, en palabras del presidente, “la opinión real de los ciudadanos” sobre “asuntos de interés general”.
 
El presidente da por buena la consulta y el éxito que al parecer ratifica, lo traslada (legítimamente en mi opinión) a su gestión como primer mandatario insular y a su narrativa, optimista, desprejuiciada y vagamente acusatoria frente a esos otros/as “que creen saberlo todo” y finalmente desconocen la realidad. Y la realidad es esta encuesta, y sus resultados los aspectos únicos descriptivos de esa realidad. La encuesta y la realidad por fin ponen datos y porcentajes donde sólo había demagogia y ataques continuos al proyecto (yo lo llamaría distopía) que el presidente lidera.
 
 Como científico social prejubilado y escéptico que soy, no quisiera dedicar el artículo a señalar aburridas cuestiones técnicas (sólo para regocijo de los tres o cuatro frikies insulares que gustan de estos menesteres) como los límites de la encuesta telefónica, su dificultad metodológica, su imposibilidad de “uso” para conocer fiablemente ideas u opiniones complejas, el pobre alcance de sus resultados (más significativos para medir humores, suposiciones y creencias ad hoc que para despejar certezas, conocimientos y convicciones argumentadas) por no mencionar la facilidad –y aquí su horizonte ético- para ser usada como arma, herramienta, estrategia de comunicación del que pregunta y/o de quien encarga la pregunta, de modo que el resultado en ocasiones se propicia por un diseño de cuestionario fiel a un guión previo que hay que cosificar.
 
Tampoco entraré a analizar el momento en el que se realiza esta encuesta (en plena Navidad) y los factores que por esa coyuntura limitan aun más la consistencia de los datos. Tampoco voy a tener en cuenta el enorme parecido que tiene el diseño y la estructura de la encuesta al argumentario político de ciertos partidos sobre la industria turística, el desarrollo sostenible de Lanzarote y la Reserva de la Biosfera.
 
Para empezar, pone el presidente de relieve el resultado de la primera pregunta de la encuesta y destaca como logro el hecho de  que más del 90% de los participantes sabe que Lanzarote es Reserva de la Biosfera, y no entiendo qué significa en positivo para este hombre. Es un mediano logro que después de 25 años de declaración y 25 años de  abuso y vulgarización del logotipo y marca de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote (usadas sin control ni criterio en toallas, mecheros, llaveros, pegatinas varias y demás morralla marketiniana) la gente sepa que Lanzarote es Reserva de la Biosfera.
 
La Reserva de la Biosfera no es un instrumento para la gestión sostenible del desarrollo de la isla 
Pero saber que se es Reserva de la Biosfera, es decir, haber visto una pegatina con el logotipo, no es igual a saber qué significa y por tanto qué sentido y qué alcance tiene este nombramiento en la vida pública insular y, mucho menos, bajo qué condiciones y compromisos adquirimos tal denominación.  Y sólo hay que avanzar en la encuesta y analizar detenidamente las tablas de resultados para confirmar que este es uno de los déficits más importantes de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote. Sabemos que existe, pero pocos/as (y pareciera que hasta los que preguntan) podrían precisar por qué nos fue otorgado el reconocimiento y cuál es el rol que ha venido a desempeñar en nuestra sociedad.
 
Se detectan algunas paradojas, como que la gente valore en su mayoría que las instituciones han trabajado mucho o bastante por la Reserva de la Biosfera (Tabla1.5) o que ésta ha tenido un impacto importante en su calidad de vida (tabla 1.6) y al mismo tiempo, esa misma mayoría de encuestados desconoce y no podría decir ni uno sólo de los logros de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote (Tabla 1.6). Curioso cuando menos.
 
También es significativo que los que dicen conocer los logros de la Reserva de la Biosfera (Tabla 1.6b) relacionen estos con la conservación del paisaje, el turismo de calidad y su valor como activo publicitario, logros discutibles y en cualquier caso méritos del Área de Medio Ambiente, el Patronato de Turismo y la Sociedad de Promoción de Lanzarote, respectivamente, y en ningún caso de la Reserva de la Biosfera, que es un reconocimiento internacional sin competencias de ninguna clase y que sólo puede orientar y asesorar y hacer informes para que sean tenidos en cuenta en las decisiones públicas, con el desarrollo sostenible como marco de interpretación. Porque la idea de base del reconocimiento y de la gestión  de una Reserva de la Biosfera es la idea de equilibrio, y todas aquellas cuestiones relacionadas con el desarrollo de las sociedades humanas son su campo de estudio, interés e influencia. Así que nuevamente, desde la pregunta, se vuelve a confundir a los ciudadanos, a los que se trata de llevar a la misma idea que algunos políticos y sus expertos tienen del desarrollo y del papel de la Reserva de la Biosfera. En tal sentido, la Reserva de la Biosfera no es un instrumento para la gestión sostenible del desarrollo de la isla; su lugar, según algunos expertos, es servir de activo promocional, de imagen turística, de chapa, pegatina, toalla, mechero, llavero y todo aquello que nos sirva para seguir atrayendo turismo y además de calidad, que es la nueva Ítaca (con permiso de Túnez y Egipto) de los modernos insulares del marketing turístico.
 
El bloque dedicado al turismo es muestra de este sesgo inducido. En el mismo se pregunta de manera algo frugal cosas como la importancia percibida del turismo en la economía de la isla o para la economía personal. Teniendo en cuenta el monocultivo que ha representado el turismo en los últimos 40 años, que la gente exprese mayoritariamente la importancia de esta industria en la economía de la isla y en la economía personal, no viene a significar directamente que se está de acuerdo o se apoya explícitamente la visión monolítica del desarrollo que encubre. En Angola la mayoría de la gente opinaría que el petróleo es importante para el país y para su vida, como opinaría un cubano preguntado en los años 60 sobre la caña de azúcar.
 
 
La sociedad de Lanzarote para vivir peor que la de Menorca tiene que soportar casi el triple de turistas
En nuestro caso, como en estos otros, la gente contesta fiel a lo que conoce y lo cierto es que nadie podría decir en qué sentido y con qué fortaleza se está aprovechando la riqueza turística para vigorizar sectores esenciales y estratégicos para el desarrollo futuro de Lanzarote. Es decir, a la izquierda y a la derecha del turismo no hay nada, ni previsto, ni pensado, ni “estudiado”. Esta encuesta, y en particular este bloque, nos recuerda alguna de las advertencias de Pierre Bourdieu en su famosa conferencia La opinión pública no existe; se exprime al máximo lo obvio como forma de legitimar visiones monolíticas y unilaterales -en este caso- del desarrollo.
 
Pero no se queda sólo en simplezas esta encuesta. Un ejemplo es la Tabla 3.4. En esta ocasión se pide el grado de acuerdo con afirmaciones leves como “El turismo mejora la economía de Lanzarote”, que no es más que la reiteración de una obviedad popularizada, junto a afirmaciones de tipo complejo y técnico que relacionan variables y conceptos (infraestructuras, servicios públicos, desarrollo sostenible…) propios de un segmento ilustrado portador de un conocimiento a priori. Si mi abuela haciendo las truchas de Navidad cogió el teléfono y respondió a estas preguntas, seguramente a la primera hubiera dicho casi intuitivamente  que por supuesto, el turismo mejora la economía, y aleatoriamente y con toda la buena voluntad ciudadana navideña, diría luego que las infraestructuras y los servicios están muy bien y son proporcionales. Aunque mi abuela viva en un barrio con exiguos servicios públicos esenciales y una deteriorada y casi inexistente red de atención social.
 
Como dije al principio, no voy a entrar en cuestiones técnicas que no interesan a nadie. En esta sociedad del mensaje corto a pocos interesan estas cosas. Pero aprovecho para aventurar que probablemente a la técnica de selección de la muestra, declarada muestreo aleatorio estratificado, se le ha añadido un erróneo coeficiente de ponderación respecto al peso demográfico de cada municipio. ¿Cómo si no podría explicarse que Arrecife, capital y municipio con más peso demográfico, aparezca desde hace años indefectiblemente en el ranking de las ciudades más pobres de España y que esta encuesta no refleje esta situación? Por el contrario y a tenor del resultado (la mayoría opina que la economía de la isla y la suya propia van muy bien), parece que la gente de Arrecife ni se entera del lugar en el que vive y mucho menos sabe que, año a año, se aleja en bienestar social y desarrollo de la capital de esa otra isla, Menorca, con la que compartimos aniversario. Y ese es otro sesgo de la devolución de los resultados.
 
Comparemos brevemente la cuestión del desarrollo en ambas islas declaradas Reserva de la Biosfera.
 
Menorca, con una población aproximada a los 92.000 habitantes y unos 700 kilómetros cuadrados de superficie, recibe anualmente en torno al millón de turistas, Lanzarote con unos 140.000 habitantes y algo más de superficie, se acerca a los tres millones. La paradoja primera es que la sociedad de Lanzarote para vivir peor que la de Menorca tiene que soportar casi el triple de turistas, ¿Por qué?
 
Menorca es la rara avis de las Islas Baleares, pues empezó más tarde que el resto a desarrollar la industria turística. El peso de su industria del cuero y el calzado, la marroquinería, la industria agrícola y su sector ganadero, hizo de freno al desarrollismo y al monocultivo turístico. En la actualidad su economía depende en gran medida  del sector turístico, pero han sabido cuidar sus otros sectores estratégicos, fortaleciéndolos y diferenciándolos, y además lo han hecho con éxito. Han aprovechado los recursos del turismo para retroalimentar su desarrollo integral, sin apostar ciegamente al desarrollismo como monolito irrenunciable. Lo que viene a significar que los lobbies turísticos tienen enfrente a sectores fortalecidos y tienen muy difícil imponer su agenda de prioridades y modus operandi a la administración local.
 
Lanzarote, un laboratorio avanzado de artimañas de comunicación política y manipulación social
En Lanzarote las cosas han ido de otra manera. Desde antes de la declaración, la isla ya había apostado todo al desarrollismo turístico (lo que Antonio González Viéitez denominó para el caso de Lanzarote, Fuerteventura y sur de Tenerife y de Gran Canaria, turbocapitalismo), no sólo descuidando sino hiriendo de muerte a los sectores tradicionales, como forma no encubierta de  retroalimentar el discurso de que el turismo es la única alternativa realista. En la isla no hay más lobby que el turístico y su agenda es de alguna forma la agenda social de la isla, el desarrollo local es un anécdota departamental sin funciones ni proyecto, y la sostenibilidad la palabra hueca de una impotencia y frustración monitorizadas y planificadas.
 
Sólo hay que ir a algunos datos macroeconómicos para constatar que se trata de dos Reservas de la Biosfera, de dos islas, muy distintas. La renta per cápita de Menorca es en la actualidad de unos 24.870, euros mientras que en Lanzarote (con casi el triple de turistas, insisto) aun no hemos podido superar la barrera de los 20.000 euros. La tasa de desempleo en Lanzarote casi duplica a la de la isla balear, donde el poder de compra de los hogares es mayor y el Índice de precios al consumo crece más moderadamente que en Lanzarote.
 
La paradoja es que el PIB canario es casi el doble que el balear, y si uno correlaciona esto con datos como la renta per cápita o la probabilidad de  hallarse en el umbral de la pobreza en Canarias (el 35%  frente al 15,5% de  Baleares), deducimos sin ser economistas ni diplomados en empresariales que la región canaria es uno de los territorios del país donde peor se redistribuye la riqueza. Un dato más que significativo, casi todos los pronósticos y estudios dan a Baleares una tasa del 2,8% de crecimiento para 2018, lo que permitirá que la comunidad autónoma rebaje su tasa de desempleo hasta el 8,7%. En Canarias, el crecimiento se situará en el 2,9% de su PIB, pero apenas le dará para bajar su tasa de desempleo al 21,8%, de forma que seguiremos siendo, en las olimpiadas nacionales del desastre social, la medalla de bronce. Y el gusto que le hemos cogido a este tercer puesto por la cola para casi todos los indicadores de coyuntura macroeconómica (salvo en contención del déficit, aquí hemos conseguido que Rajoy y Montoro miren a Canarias como, diría Neruda, su residencia en la Tierra). En fin…
 
Pensará el Cabildo Insular que su gasto en “expertos sociales” es una ganga, y yo añado que no hay mejor experto para las instituciones que el que se esfuerza para que las cosas a pesar de lo que son, parezcan otra cosa. Los estudios sobre la postverdad, las realidades alternativas, los hechos “opinables”, etc., están empezando con fuerza en el mundo académico a raíz del Brexit y de la elección de Trump en EEUU, pero vaticino que en Lanzarote encontrarán un laboratorio avanzado de este tipo de artimañas de comunicación política y manipulación social, aunque sean desarrolladas por expertos de caprichosa prolijidad intelectual y extraños e inescrutables marcos interpretativos, ajenos a la ciencia pero presumiblemente suficientes para organizar la cosa pública de la isla y de paso, las interminables ferias de la tapa sostenible. Con una tasa de desempleo por encima del 21% y con cerca del 40% de la gente en la pobreza relativa, no es que no tengamos dinero para comprar productos ecológicos (otra perla de la encuesta Tabla 6.2), es que habrá que seguir presionando para que las tapas y la mentalidad política que las impulsan cuesten  un euro. O menos.
 
Nota al margen: Y todo esto podría ser relativo, pero lo cierto es que no tengo las perras para cocinar la encuesta que demostraría lo contrario.

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