Las adopciones de niños y niñas de ámbito estatal crecen en Lanzarote

El número de ofrecimientos nuevos para la adopción de menores en Lanzarote ascendió a 12 en el año 2022, todos ellos de ámbito estatal. Es decir, no ha habido ninguno de ámbito internacional. Este dato ha sido extraído del informe ‘La Adopción en Canarias 2021-2022’, que ha sido elaborado por el Servicio de Programas de Adopción de Menores de la Dirección General de Protección a la Infancia y la Familia del Gobierno de Canarias.

La adopción es una medida de amparo permanente a través de la cual un o una menor se integra plenamente en la vida de otras personas. La adopción pretende ofrecer a un niño o niña en situación de desamparo una familia que pueda y sepa cubrir sus necesidades físicas, emocionales o de cualquier otro tipo. No es, pues, una forma de satisfacer los deseos y expectativas de las personas adultas, por mucho que dichos deseos y expectativas sean legítimos.

16 familias recibieron información sobre adopción

Del informe antedicho se colige que un total de 16 familias en Lanzarote recibieron información inicial sobre adopción en 2022, frente a 193 en toda Canarias. Desde 2015, la formación en materia de adopción es obligatoria para las personas adoptantes, por lo que deben realizar diferentes acciones pedagógicas.

Cada curso consta de varias sesiones que contempla aspectos como convertirse en padres y madres a través de la adopción, las consecuencias del desamparo, la construcción de la nueva familia o la formación de los vínculos afectivos o las diferentes modalidades de adopción. La tipología familiar de los asistentes a los cursos es mayoritariamente heteroparental, representando la mitad, más o menos. No obstante, hay todo tipo de familias entre las que han recibido formación para poder adoptar: homoparentales, homomarentales, monoparentales y monomarentales.

La adopción internacional ha ido disminuyendo

Los ofrecimientos de adopción internacional han ido disminuyendo en los últimos 15 años en Canarias, y en la actualidad tan solo representa en torno al 10 por ciento, cuando hace 15 años eran más del doble. La explicación se encuentra en el desarrollo social y económico de los países tradicionalmente receptores de ofrecimientos, lo que ha traído como consecuencia que su propia adopción interna se haya incrementado, alargando mucho los tiempos de espera y reduciendo el número de asignaciones para la adopción internacional.

En cualquier caso, para poder adoptar, las familias han de conseguir el requisito de idoneidad, un proceso que busca garantizar que la adopción se produce en el contexto adecuado. El Servicio de Programas de Adopción de Menores es el encargado de gestionar la declaración de las idoneidades para la adopción, así como la tramitación y seguimiento de las adopciones en curso, la intervención postadoptiva y la búsqueda de orígenes de las personas adoptadas.

Las personas adultas no tienen derecho a adoptar

Estas tareas se enfrentan desde el compromiso de atender a las necesidades de la infancia en las Islas, y garantizar el derecho de todo niño y niña a crecer y desarrollarse de forma sana y segura en una familia que los acompañe en sus sucesivas etapas evolutivas. Y ello porque las personas adultas no tienen derecho a adoptar, pero los niños y niñas sí tienen derecho a tener una familia en la que desarrollarse de forma plena.

Por eso, la adopción exige de las personas adultas un proyecto de vida profundamente meditado y un gran ejercicio de responsabilidad. El motivo es que está en juego el futuro de unos niños y niñas que necesitan un ambiente familiar sano en el que poder desarrollarse como personas. Y exige también de las personas adoptantes un compromiso firme para estar siempre presente, para amar, contener y apoyar.

A través de la adopción, el niño o niña es integrada definitivamente en una familia alternativa para que pueda vivir la infancia a la que tienen derecho. Una infancia sin traumas, en la que puedan crear unos vínculos seguros con las personas adultas que les permitan construir la posibilidad de una vida plena.