Los efectos secundarios de la COVID-19: cientos de mayores se quedan solos y desprotegidos

La salud y las vidas de las personas mayores han corrido particular riesgo con la llegada de la COVID-19. Tras más de un año desde el comienzo de la pandemia y la implementación de medidas, primero el confinamiento y posteriormente las limitaciones, se ha generado en la población, en general, y en los mayores en especial, una sensación  preocupante de incertidumbre y desesperanza.

 

En las personas mayores encontramos una serie de efectos secundarios más graves, por  el aislamiento y la soledad impuesta. El miedo al contagio, escuchar continuamente las malas noticias, la poca o nula movilidad, llevan en muchas ocasiones a crear ciertos deterioros en estas personas, demencias, ansiedad y depresiones.  

 

 

Desde el comienzo, la atención hacia estas personas mayores se ha convertido en un reto para las distintas administraciones. En el siguiente reportaje conocemos el proyecto 'Contra la Soledad No Deseada', una iniciativa que ha decidido realizar el Ayuntamiento de San Bartolomé, precisamente para proteger, acompañar y cuidar a sus mayores.

 

Un proyecto que ha ayudado a identificar personas mayores en situación de soledad no deseada a través de una línea de teléfono atendida por profesionales y específica para mayores que se sienten solos. Desde ahí ofrecen atención personalizada a través de escucha activa, con apoyo psicológico, orientación y seguridad. Esto también se complementa con un 'puerta a puerta', donde personal acude a comprobar el estado de los mayores casa por casa. 

 

Por último, se añade el Programas de Formación en alternancia con el Empleo (PFAE), unos programas públicos, destinados a personas desempleadas sin formación específica, cuyo objetivo es facilitar el acceso al trabajo mediante el aprendizaje y la experiencia profesional en una ocupación. En este caso, hacen labores de acompañamiento, aseo, paseos y mucho más, todo para la felicidad de este colectivo.