Opinión

La salud mental... hablemos de suicidio

Foto: Archivo
La salud mental... hablemos de suicidio

Las ideas suicidas están presentes en las mentes de una parte importante de la población canaria. En concreto, en el 10,8% de las personas mayores de 16 años. Estos datos hacen que Canarias sea la tercera comunidad española con una mayor tasa de suicidios. Según esta estadística, al día diez personas se quitan la vida en España, pero las cifras crecen al hablar con expertos en la materia, ya que algunos suicidios “encubiertos” se contabilizan en otras causas y pasan por accidentes.

El suicidio es, con diferencia, la primera causa de muerte no natural de Canarias, muy por encima de ahogamientos, accidentes de trafico o caídas, lo que lo sitúa como un grave problema de salud pública.

Y aún no se conoce del todo la repercusión total que la pandemia ha tenido en la salud mental en Canarias.  Si se sabe que han aumentado los intentos de suicidio, sobretodo, en la juventud de Canarias.

Algunas asociaciones y personas expertas en el tema afirman que ocultar el problema y no hablar de él hace que la persona que piensa en quitarse la vida sienta que "no tiene permiso para poder hablar de aquello que le preocupa, enquistando un sufrimiento que crece en el interior de quien lo experimenta sin que existan recursos suficientes que le ayuden a elaborarlo.

A esto hay que sumarle que la escasez de medios en la sanidad pública para atender a la demanda de atención psicológica y psiquiátrica deriva en un abandono de los servicios públicos, una “medicalización de la frustración” y aumento de las terapias privadas que no todo el mundo puede costearse.

La pandemia ha evidenciado la precariedad de la atención psicológica, la salud mental siempre ha sido la última de la clase.

La ideación del suicidio o el propio acto suicida no suele ser unicausal, sino que tiene forma poliédrica. Es por ello que cuando una persona comienza a pensar en la idea de quitarse la vida debe recibir un apoyo social, familiar y profesional.

Lo ideal tener a un especialista en psicología clínica en cada centro de salud del Archipiélago para poder diagnosticar y tratar en conjunto a pacientes que lo necesiten, pero no hay este apoyo. Las necesidades psicológicas se cubren con la atención del médico de cabecera que trata de dar salida y ayuda a los pacientes. Si el médico valora que el paciente puede esperar, lo deriva al servicio de psiquiatría de forma preferente. Estas derivaciones tardan de dos a cuatro meses en ser atendidas, mientras que en casos muy urgentes, menos de una semana. Al mismo tiempo, es importante hablar con la familia, crear una vigilancia activa sobre esa persona.

La falta de recursos en los servicios públicos se convierte en una dificultad añadida para luchar contra los intentos autolíticos y de suicidio y deriva en un uso excesivo de los psicofármacos para paliar trastornos que podrían y deben ser tratados con terapias.

Es importante visibilizar las enfermedades mentales ello ayudaría a que a nivel individual se buscara ayuda de manera mas temprana, ayudaría a aceptarlas cuando se tienen y trabajar para sanarlas. Sin olvidarnos que es igualmente importante que haya un apoyo externo, pues suelen ser condiciones invisibles y fuertemente estigmatizadas.

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