EFEMÉRIDE

José Ramírez Cerdá cumple cien años

Foto: FCM.
Este lunes se cumple el centenario del nacimiento de la figura política más sobresaliente de la historia, contemporánea al menos, de Lanzarote.
José Ramírez Cerdá cumple cien años

Este lunes se cumple el centenario del nacimiento de la figura política más sobresaliente de la historia, contemporánea al menos, de Lanzarote. José Ramírez Cerdá (1919-1987) es el hombre sin cuya labor al frente del Cabildo entre 1960 y 1974 no se podría comprender en toda su dimensión de la obra pública desarrollada por César Manrique en los Centros Turísticos. Pepín Ramírez fue alcalde de Arrecife (1955-1960), presidente el Cabildo Insular (1960-1974) y senador por Lanzarote (1983-1987). Fue declarado Hijo Predilecto de Lanzarote en 1995, al mismo tiempo que César Manrique, ambos a título póstumo.
 
El 15 abril 1919, nueve días antes que César, veía Pepín la luz  en Arrecife. Con el paso del tiempo, fraguaría entre ellos una sólida amistad y crearían en Lanzarote una simbiosis tan poderosa como el ideario Arte-Naturaleza/Naturaleza-Arte que presidió la obra pública del artista. Pepín sentó las sólidas bases que sustentan el desarrollo moderno de la isla y César Manrique lo elevó a la categoría de arte. ‘El modelo Lanzarote’ o ‘la marca Lanzarote’, cada vez más desdibujados, es fruto de la conexión de estos dos seres humanos extraordinarios e irrepetibles.
 
Entiende que el Cabildo debe ser un verdadero gobierno insular y apuesta por el turismo
En 1955, José Ramírez Cerdá es elegido alcalde de la ciudad. Abogado de profesión y delegado insular de Hacienda, era conocedor del funcionamiento de la Administración Pública. Cinco años más tarde, nada más culminar las obras del primer parque municipal que hoy lleva su nombre, es reclamado para presidir el Cabildo. La primera persona a la que contrata es a Luis Morales Padrón, a quien ya conocía del Ayuntamiento, donde trabajaba en el servicio de mantenimiento.  Lo nombra encargado general de Vías y Obras, una decisión que a la postre resultaría trascendental, ya que, a pie de obra, Luis fue el mejor intérprete del caudal creativo de César Manrique. 
 
Ajeno al régimen y, por lo tanto, político neutral e independiente para la época, Ramírez Cerdá toma decisiones encaminadas a la reorganización interna, la mejora del funcionamiento y la búsqueda de cualificación profesional entre el personal del Cabildo. Entiende que el Cabildo debe ser un verdadero gobierno insular y su apuesta se orienta hacia el turismo, una industria emergente entonces. A tal fin, era consciente de que debía propiciar el desarrollo de una serie de infraestructuras básicas, como las conexiones aéreas y marítimas con el exterior, el abastecimiento de agua, las carreteras y el acondicionamiento de lugares turísticos.
 
La mayor osadía de Ramírez fue creer en las potencialidades de la isla. Y en César Manrique
 
Llegan las primeras y pequeñas ayudas económicas que son administradas con rigor. Con escasos medios humanos y materiales, se emprende con rapidez y eficacia la ardua tarea de renovar las carreteras. Resultó clave que la mejora de la red viaria la acometiera el propio Cabildo en lugar de recurrir a la contrata, es decir, a una empresa privada para que ejecutase las obras, por la sencilla razón de que no existían en la isla compañías capaces de realizar tareas de tal envergadura. El resultado fue que las obras se ejecutaban con mayor rapidez y a menor coste. El principio de la correcta administración de los recursos escasos se plasmó en la isla bajo el estricto control del presidente. Los avances se hicieron notar de inmediato.  
 
La mayor osadía de Ramírez fue, sin duda, creer firmemente en las potencialidades y originalidades de la isla, en sus propios recursos, para acceder a importantes cotas de desarrollo. Y creer en César Manrique. Con ambos se inaugura una nueva manera absolutamente novedosa de hacer las cosas para los Cabildos de Canarias. A lo largo de la década de los sesenta se acometen diversas obras clave, como el acondicionamiento del campo de aviación (agosto de 1962), la apertura al público de dos kilómetros de la Cueva de los Verdes (1964), la apertura del Jameo Chico en los Jameos del Agua (1966) y la conclusión de las reformas de los caminos vecinales (1969). La adjudicación al Cabildo de la ejecución de la pista afirmada en el aeropuerto (1964) vino a consolidar la red de comunicaciones con el exterior.
 
En la década siguiente, bajo la dirección artística de Manrique, el Cabildo se embarca en un período de gran actividad. Así, se crea el Restaurante El Diablo, en las Montañas del Fuego (1970); el Mirador del Río (1973) y da comienzo las restauración del Castillo de San José, que se acondiciona para albergar el Museo Internacional de Arte Contemporáneo (1976).
 
Innovador, valiente y ajeno al régimen, se rodeó de personas valiosas para conformar equipos
La retirada de José Ramírez Cerdá se produjo en 1974. Al despedirse, destacó la labor de su vicepresidente y su amigo, Antonio Álvarez Rodríguez; del encargado general de la Corporación, Luis Morales Padrón; del inspector de Arbitrios de la entidad, Vicente Rodríguez; y del artista César Manrique. Éstas son las únicas personas citadas expresamente por José Ramírez agradeciendo sus servicios cuando dejó la Presidencia de la Corporación.
 
Como gestor y administrador de lo público, José Ramírez recogió lo mejor del pensamiento insular de la primera mitad del siglo XX y lo convirtió en un proyecto de isla que llevó a la práctica. Innovador, valiente y ajeno al régimen, se rodeó de personas valiosas para conformar equipos, y supo manejarse en un contexto difícil y complejo para llevar a término, con perseverancia y tenacidad, su gran causa: Lanzarote. Generoso y desprendido, hombre honesto y de pocos amigos, pero gran amigo de sus pocos amigos, derrochó energía y una gran capacidad para administrar y gestionar recursos muy escasos.
 
Pepín Ramírez y César Manrique son dos personas irrepetibles en la historia reciente de Lanzarote, cuyos destinos estuvieron unidos a lo largo de sus vidas. Por ello, la Fundación César Manrique ha organizado en torno a Pepín diversas actividades para homenajearlo y recordarlo, y publicará un libro titulado José Ramírez Cerdá. El hombre que convirtió a Manrique en César, escrito por el periodista Saúl García. Este lunes se cumple el centenario del nacimiento de la figura política más sobresaliente de la historia, contemporánea al menos, de Lanzarote: José Ramírez Cerdá.

El acierto de Vías y Obras

¿Cómo se pudo acometer tantas obras públicas en los años sesenta del siglo XX si no había en la isla empresas constructoras, hasta el punto de que muchas licitaciones quedaban desiertas y se perdían los fondos? José Ramírez Cerdá dio con la clave y consistió en fortalecer Vías y Obras y el Parque Móvil del Cabildo.
 
En 1960, la primera Corporación insular crea una empresa constructora para acometer obras de interés público al no existir compañías de este tipo en la isla y con el suplir la falta de iniciativa privada. Se denominó Vías y Obras Insulares. De esta forma, bajo la batuta directa de Luis Morales Padrón, el Cabildo acomete obras durante varios lustros hasta la desaparición de dicha empresa. 
 
Este hecho es crucial en el devenir de Lanzarote, ya que los trabajos que se sacaban a concurso público quedaban desiertos debido a que a las constructoras radicadas en Las Palmas de Gran Canaria no les resultaba interesante pujar por ellas al tener que desplazarse a Lanzarote para ejecutarlas. Así, el Cabildo acomete las obras de la propia Corporación y de otras instancias de la Administración, incluyendo los ayuntamientos. 
 
Dado que esta empresa no perseguía el beneficio privado, el dinero sobrante se fue empleando en el arreglo de los enclaves turísticos, aprovechándose al máximo los medios materiales y humanos. Buena parte de las inversiones realizadas en diversas fases fue posible gracias al dinero, la maquinaria y la fuerza de trabajo sobrante de las obras viarias.

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