Hoy es opción política residual y minoritaria

Independentismo canario, en busca de su identidad extraviada

En las últimas elecciones autonómicas concurrieron dos candidaturas independentistas y entre ambas consiguieron menos del 1 por ciento de los votos emitidos.

Independentismo canario, en busca de su identidad extraviada

Un 18 de noviembre de 1.897 salía a la luz en Caracas la revista ‘El Guanche’, bajo la batuta de Secundino Delgado y José Guerra Zerpa. El casual recordatorio de la primera muestra de prensa nacionalista canaria invita a reflexionar sobre la situación actual de independentismo canario. Aunque las comparaciones son odiosas, resulta llamativo que los nacionalistas más conservadores de dos comunidades históricas, como son la catalana y la vasca, hayan evolucionado hacia tesis independentistas, mientras que en Canarias predomina la fragmentación y el inmovilismo.

En las últimas elecciones al Parlamento autónomo concurrieron por separado dos candidaturas independentistas y entre ambas consiguieron apenas 7.400 votos, es decir, menos del uno por ciento de los votos emitidos. Alternativa Nacionalista Canaria (ANC) obtuvo algo más de 5.600 votos y el Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario (MUPC) consiguió poco más de 1.700 votos. En Lanzarote, ANC obtuvo 344 papeletas y MUPC 136, menos de quinientas de un total de casi 45.000 votos emitidos.
 
El CNC de Cubillo obtuvo el 1,3% de los votos en los comicios de 1987
 
Los resultados electorales recientes están lejos del conseguido en unas autonómicas por el Congreso Nacional de Canarias (CNC) del desaparecido Antonio Cubillo. En los comicios de 1987, a su regreso del exilio en Argel, consiguió el 1,3 por ciento de los votos, aunque sin opción alguna a obtener escaño. A partir de ese momento, y mucho después, parece que el soberanismo canario vaga en busca de su identidad extraviada.
 
Desde hace varios lustros, la división y la desunión caracterizan al independentismo canario, cuando no la lucha fratricida. Quizá por eso, se recuerda con admiración y nostalgia el proceso de transición democrática, que fue capaz de alumbrar en las Islas a la plataforma denominada Pueblo Canario Unido, que concurrió a las primeras elecciones generales de 1977.
 
Aquella recordada iniciativa derivó poco después en Unión del Pueblo Canario (UPC), una coalición de partidos políticos independentistas, nacionalistas de izquierdas y comunistas que concurrió a las elecciones municipales de 1979. Este movimiento logró la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, con Manuel Bermejo, y en las generales Fernando Sagaseta fue elegido diputado. UPC llegó a erigirse en la tercera fuerza política de Canarias.
 
No se vislumbra una propuesta política de unidad claramente soberanista
 
Mucho ha llovido desde entonces, pero lo que parece inamovible es el exiguo techo electoral del independentismo canario. Aunque hay algunas personalidades muy respetadas a título individual en este ámbito, no pasa de ser una opción política residual y minoritaria. Mientras que el nacionalismo canario no independentista es capaz de aglutinar y cuenta con base social y política a través de  formaciones como Coalición y Nueva Canarias, el independentismo no es siquiera capaz de ofrecer una propuesta electoral unitaria.
 
A un año vista de las elecciones al Parlamento autónomo, no se vislumbra una propuesta política de unidad claramente soberanista. Las causas hay que buscarlas en la fragilidad ideológica, política y organizativa de un movimiento que, quizá persiguiendo sus más puras esencias, no hace más que dividirse por sí mismo hasta el infinito. Porque es evidente que el éxito electoral no se va a medir por la cantidad de personas que, en una celebración, simpatizan con la tricolor o son capaces de corear a la vez: “Me gusta la bandera, me gusta la bandera / Ay mamá, bandera tricolor / Con siete estrellas verdes…”.

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