El efecto Cs

En el argumentario del PP de Lanzarote, y de todo el país, comienza a circular una inquietante consigna: “Oye, dile al último en salir que se acuerde de apagar la luz, bajar la palanca y dejar bien cerrada la puerta de la sede”. Esta frase, y otras parecidas, recuerdan al momento en que la UCD entró en caída libre y se produjo un cambio del ciclo en la política española. En el PP no saben si el efecto Ciudadanos (Cs) es tan potente como apuntan todas las encuestas, pero todo indica que no estamos asistiendo a una nube de verano, repentina y pasajera. No. En todas las sedes del PP tiemblan porque Rivera y los suyos les están comiendo el espacio de centro derecha a grandes bocados.
 
El último Barómetro del CIS sitúa a Cs muy cerca del PSOE y cerca del PP, aunque un sondeo de El País, que ya ni se preocupa en disimular el color de su camiseta, colocaba a Cs como la fuerza más votada en estos momentos, a una distancia de más de seis puntos del partido de M. Rajoy. Al par de días, el diario ABC volvía a colocar al PP en cabeza con otro estudio, para tratar de levantar la moral de los populares, que muestran signos de claro agotamiento. Cs tiene muchos motivos para el optimismo, el principal es que es una fuerza joven y moderna, homologada en el ámbito europeo. Aznar ha recuperado la sonrisa, que ya es mucho decir. Y más se estremecen los cimientos en el PP.

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