Top Secret, 21 de mayo de 2020

El Festival

El Festival

El Festival Enogastronómico Saborea Lanzarote, que este año iba a organizar su X Edición, no se va a celebrar tal como estaba previsto. La actual coyuntura sanitaria y la posterior económica que se avecina así lo aconsejan. No se sabe qué ocurrirá a medio plazo -la cita está anclada en el último fin de semana de noviembre- pero, hoy en día, resulta no sólo impensable, si no de locos, permitir un evento multitudinario, donde la separación interpersonal es inexistente y el caos de copas, vasos, platos, cubiertos, servilletas y demás es notable. En sí, todo un tratado de lo que no se debe permitir en una crisis sanitaria como la que nos afecta. Pero, aún en el hipotético caso de que dentro de dos semanas aparezca una vacuna y que a partir de agosto esté todo el mundo inmunizado, un evento como el que desde hace nueve años se celebra en la Villa de Teguise no se improvisa de la noche a la mañana. Ni de agosto a noviembre. Y, o se hace el Festival tal y como lo conocemos, o es mejor no hacer nada. El prestigio que ha alcanzado el evento no puede convertirse en una fiesta de la tapa para salir del paso un año.

Prestigio

El Festival Enogastronómico Saborea Lanzarote se puede ver de dos formas: o una bacanal de fin se semana con tapas y vino o, como realmente es: la cúspide de una enorme pirámide donde lo de menos es, precisamente, ese fin de semana multitudinario. En la base de la pirámide el sector primario. Es cierto que la superficie cultivada en la isla apenas lo ha notado (3.694 ha cultivadas en 2018 frente a las 3.337 de 2011) y que en los últimos años ha ido decreciendo el número de hectáreas plantadas -a falta de las estadísticas de 2019- pero ello no nos debe llevar a engaño. Al contrario, la pregunta que cabe hacerse, y sobre todo cabe hacer al sector es qué hubiera sido de ellos de no aparecer Saborea Lanzarote. Probablemente, y salvo contadas excepciones, seguirían haciendo cola en la Granja Agrícola a la espera de cobrar la subvención que les mantuviera con un leve hilo de vida. Las políticas que el Cabildo ha liderado conectando el producto con la gastronomía ha dado alas a los nuevos productores

Arriba

Y a partir de la base de la pirámide, podemos ir subiendo, encontrándonos con decenas de pequeñas empresas que se han ido animando a transformar producto (mermeladas, mojos, licores, ginebras, vermús…) por no hablar del prestigio de no pocas queserías y el salto cualitativo que ha dado el vino de Lanzarote. De la cueva hemos pasado a los escaparates de toda Canarias y media España. En otro nivel de la pirámide, los cocineros insulares y el incuestionable mayor nivel de la gastronomía de Lanzarote en comparación a hace 10 años. Más chef, mejor formados y en más locales que entonces. En varias ocasiones, campeones de Canarias. Lanzarote es hoy, sin discusión, la segunda isla en importancia en Canarias, desde el punto de vista gastronómico, por detrás de Tenerife. Por mucho que Gran Canaria haya conseguido ya sus primeras estrellas y por más que Lanzarote carezca de ellas. Y Lanzarote, hoy, es alguien en el contexto gastronómico nacional. En 2001 éramos nadie. Y eso no lo hace un fin de semana de gastronomía y vinos en la Villa de Teguise. Eso sólo y nada menos, es la gran fiesta que nos permitimos celebrar por haber implantado una filosofía que nos está haciendo cada vez más grandes.

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