De acampada

Sólo la incompetencia puede explicar por qué se eterniza la solución a numerosos problemas en Lanzarote. Vuelves la vista atrás y caes en la cuenta de que hace quince o veinte años los problemas eran exactamente los mismos. Lejos de solventarse, ahí siguen, como si tuvieran vida propia, revolviéndose para perpetuarse como tales, como verdaderos obstáculos en la vida de las personas. La acampada es uno de ellos. Los campistas llevan lustros organizados e intentando llevar a término las acampadas en el litoral, una de las tradiciones de la población insular por estas fechas cercanas a la festividad de San Juan. Hace varias décadas, por determinadas fechas veraniegas se acampaba en numerosas zonas de la costa, incluyendo las playas de Papayago, las de La Graciosa o las mismísimas playas de la costa de Tías, entre otras zonas. También era, y es, tradición, que los residentes en algunos núcleos rurales acamparan en el litoral próximo, como es el caso del pueblo de Tinajo en Las Malvas y alrededores. 
 
“Quizá una década de estas se dé con una solución y la gente logre disfrutar de esta tradición en paz”
 
La irrupción del turismo de masas dio lugar a sucesivas prohibiciones de acampar, cambiando el uso recreativo de las playas, e, incluso, reservándose muchas de ellas para los turistas y los usos que éstos hacían y hacen de ellas. Poco a poco, la población local fue dejando de acudir a aquellas playas buscando nuevas zonas de acampada alejadas de las zonas turísticas: en los riscos. Los cambios sociales, la entrada en vigor de las nuevas leyes y el aumento demográfico han terminado por colgar en la totalidad del territorio insular el cartel de “prohibido acampar”. Pero esa no es la respuesta, sino habilitar espacios y ordenar las acampadas implicando a los ayuntamientos, al Cabildo, al Gobierno de Canarias y a la Dirección General de Costas en un proceso tendente a buscar soluciones y salidas definitivas. Quizá una década de estas desaparezca la incompetencia, se dé con una solución y la gente logre disfrutar de esta tradición en paz.
 
JM Quintero

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