CULTURA

Alfombras de sal, cultura sin materia

La confección de las alfombras del Corpus es tenida por una peculiaridad cultural, aunque la sal sea industrial e importada.

Alfombras de sal, cultura sin materia

Desde hace años, casi todas las alfombras de sal que se confeccionan en Lanzarote utilizan sal marina traída de fuera. Aunque en la isla aún hay sal marina artesanal en abundancia, su elevado precio, a juicio de las instituciones públicas, propicia su adquisición en la Península, donde es más barata. Es como si en el éxtasis de una parranda, entre isas y folías bien entonadas, ofrecieras a los participantes una sangría realizada con vino peleón de Castilla-La Mancha. Exactamente lo mismo. Son estos tiempos extraños para algunos rasgos relacionados con la identidad. Si el precio es la medida, y no el valor, no es de extrañar que algunas expresiones culturales se estén volviendo un poco esquizofrénicas.

Al ser Canarias encrucijada de pueblos, muchas de sus manifestaciones culturales son hijas del mestizaje. Así, la tradición de las alfombras surgió de la mano de significativas familias de La Orotava a mediados del siglo XIX, y de allí se expandieron a otras zonas. Esta actividad artística realizada con flores en la villa tinerfeña es de una gran belleza.
 
“En su momento, las calles céntricas de Arrecife se adornaban con flores, plantas y hasta serrín”
 
Como sucede en otras islas del archipiélago, las alfombras de sal en Lanzarote se confeccionan cada año durante el Corpus Cristi. Esta celebración data de los años treinta del siglo pasado, aproximadamente. En su momento, las calles céntricas de Arrecife se adornaban con flores, plantas y hasta serrín, pero las penurias que siguieron a la Guerra Civil española dieron paso a la sal teñida de colores. Al parecer, esta tradición obedece a que las empresas de la pesca comenzaron a donar la sal para conmemorar el Corpus. La sal marina se producía para abastecer a la flota pesquera, que la utilizaba para conservar el pescado en salazón. Desde entonces, se confeccionan con sal tintada de diversos colores, cuya realización corre por cuenta de organizaciones religiosas, sociales, culturales, educativas e instituciones públicas. En la actualidad, los tintes son ecológicos.
 
“El año pasado, el Cabildo adquirió 69 toneladas de sal en la localidad de Santa Pola, en Alicante”
 
Arte efímero de sustrato religioso en su origen, aunque manifestación popular poco o nada vinculada a la religión, las alfombras de sal en Lanzarote son una expresión de la cultura marinera porteña, que, en otra época, fue muy floreciente. Como floreciente fue la industria salinera, cuyo legado son hermosos paisajes edificados por la mano del hombre. Las principales calles situadas en los alrededores de las parroquias de las cabeceras municipales se engalanan con auténticas obras de arte sobre el asfalto, realizadas en tiempo récord, y que, al día siguiente, serán pisadas por la comitiva en procesión.
 
El año pasado, el Cabildo adquirió 69 toneladas de sal en la localidad de Santa Pola, en Alicante, para que distintos municipios pudieran alfombrar el Corpus. ¿Por qué de fuera? Porque su precio es menor que la producida en la isla. Se trata de sal industrial, mientras que la local se obtiene por métodos artesanales y es intensiva en el uso de fuerza de trabajo. Arrecife, por ejemplo, utiliza la sal que provee el Cabildo, con dos salvedades: la alfombra que elabora el Ayuntamiento, que utiliza sal de desecho de las salinas de Janubio, reutilizada, y la que realiza la Orden del Cachorro Canario, entidad que, desde hace años, se aprovisiona de la sal marina artesanal de las Salinas de Janubio, servida en bolsas de 20 kilogramos. Yaiza, por otro lado, también utiliza la sal de este complejo salinero.
 
“Sin mercados no hay salinas, y sin sal marina de la propia isla las alfombras pierden parte de su auténtico significado”
 
¿Da igual que el producto sea importado para llevar a término una actividad tradicional? Quizá, pero, en cualquier caso, nadie duda que las salinas son valiosos testimonios sobre las que se extienden hermosos paisajes creados por el hombre e incorporan valores naturales, medio ambientales y patrimoniales que han propiciado diversas categorías de protección. Por ello, las instituciones públicas están tardando en implicarse en la conservación y en el mantenimiento de estos espacios, para lo cual es necesario que contribuyan a viabilizar comercialmente la producción de sal marina artesanal. Sin mercados no hay salinas; sin salinas no hay sal; y sin sal marina tradicional de la propia isla las alfombras pierden parte de su auténtico significado.
 
¿Qué será lo siguiente? ¿Que Los Buches porten réplicas de plástico de vejigas de pescado infladas, made in China? Quizá sí. A lo mejor es lo que toca para que las alfombras se asemejen por completo a las de San Sebastián de La Gomera, Puerto del Rosario, Muros, San Roque, Archena, Sanlúcar de Barrameda, Santa Olalla… y a las de tantos países sudamericanos. Curioso eso de distinguirse por lo idéntico. Alma tiene la manifestación, pero materia…

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