Top Secret, 16 de junio de 2020

21-J

21-J

Pues ya la tenemos aquí. La ‘nueva normalidad’ o la normalidad, de nuevo. Tres meses después de que el mundo se parara, la próxima semana arranca otra vez. En aquellos días de marzo nos pareció inverosímil que, de repente, todo desapareciera a nuestro alrededor. Desde el turismo a las demostraciones físicas de los afectos. Y puede que ahora pase justo lo contrario: que cerremos los ojos un momento y, al abrirlos, todo parezca haberse reconstruido a nuestro alrededor. Pero no será así. Ni mucho menos. En el debate sobre si saldremos mejores o peores tras el largo Estado de Alarma, Manuel Jabois llevaba razón: saldremos menos. Unos porque, lamentablemente, han perdido la vida. Otros porque han perdido el empleo o el negocio. Algunos de los que soñaban con la universidad, ven replantearse el sueño. Muchas heridas, demasiadas, a las puertas del futuro inimaginado. De repente, La Graciosa ha tardado bien poco en multiplicar por mucho su población. Nada ni nadie garantiza, por mucha toma de temperatura y paripés varios, que allá se haya colado el virus.

Virus

Como tampoco nada ni nadie garantizará que, a partir del 21 de junio, la semana que viene, el SARS Cov2 viaje en Boeing. Sólo la responsabilidad individual, insistimos una vez más, puede evitar un indeseado rebrote. A Baleares han comenzado a llegar ya los primeros turistas alemanes. Llegaron a Mallorca esperando encontrar más incomodidades, menos fiesta, pero idéntico sol y las mismas playas. Además de tiempo para su merecido descanso. Con toda probabilidad los primeros visitantes que arriben a Lanzarote coincidiendo con el inicio del verano, vengan con idéntica, o parecida, actitud: el coronavirus está ahí afuera, espero no pillarlo. Nadie les exigirá nada extraordinario para embarcar. En todo caso, la mascarilla. Y no se lo exigirán porque, salvo excepciones, nadie desea perder el tiempo con test rápidos que son una lotería o tomas de temperatura que igual dejan a alguien con dolor de muelas en tierra y a tres portadores del virus en la fila 7 del avión.

Destino

Y al tocar tierra se encontrarán una isla a medio despertar. Sin vida nocturna. Con menos de la mitad de los restaurantes abiertos. Con hoteles sin haber recuperado al personal de donde los dejaron los ERTES varios. Y, lo que es peor, en muchos casos sin ganas de abrir salvo que ya esté todo el mundo aquí. Y todo el mundo son esos ciento y pico mil guiris que cada día compartían la vida con nosotros. Algunos empresarios hoteleros tienen esa visión: si hay que abrir la puerta, que sea con todas las habitaciones llenas. De lo contrario, que sea el Estado el que siga pagando el sueldo de los empleados. Tras la presión porque la economía se abriera cuanto antes, llega el vértigo de no saber si nos hemos precipitado o no. Sea como fuere, ya es tarde para arrepentirse. A partir del 21 de junio empieza todo de nuevo. Y no debemos olvidar que, sea lo que sea, lo que venga tendrá que convivir con el virus. Que seguirá ahí. Que no se habrá ido.

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