Vividores de lo público

¡Claro que hay palabras para calificarlos! Gruesas, muy pero que muy gruesas. ¿A quiénes? A casi todos.
 
La dependencia de lo público de Ascen, de Rafael Juan, de Jacobo, parapetados tras las siglas de su partido, CC, provoca la mayor repulsa al observar cómo se colocan en otras administraciones en una suerte de funcionarización de la política. No conozco sus méritos, salvo que representan la cuota insular en el  destartalado y demencial equilibrio regional. A cual más incapaz, se apuntan al carro del saqueo. Incapaces por no gestionar, pero también por lo contrario, por el admirable desconcierto en el que se instalan al confundir lo público con un club de amigos. Nada legan a la ciudadanía tras su paso por el Ayuntamiento. Nada. A pesar del supuesto rosario de méritos que les adjudican los suyos.
 
Se pagan lealtades y silencios con  el dinero de la caja pública
No parece razonable que los soportemos y resulta insufrible observar cómo los premian. A los colocados. Y quienes los colocan, más parecen una panda de amiguetes que unos honrados y dignos representantes de la res pública. Me siento a años luz de esta forma de estar en la política, que no de hacer política. El listón lo ha puesto CC hace mucho tiempo y el PP acepta las reglas del juego sucio. Manejos y complicidades se mezclan. Se pagan lealtades y silencios con  el dinero de la caja pública, esa que es objeto de permanente saqueo.
 
No recuerdo unas concejalías menos brillantes, unos ediles más sordos, ni una ciudad más zarrapastrosa y no sólo se lo debemos a los colocados, sino a los que siguen con sus reales aposentados en el Ayuntamiento, pues el PSOE es corresponsable de la ausencia de liderazgo y ha tragado por cuotas de poder, por el sueldo y el cargo.
 
¿Dónde queda, por tanto, aquello del servicio público? Pues, lamentándolo mucho, me temo que al fondo a la izquierda. Por el olor se sabe.

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