Un problema de convivencia

Un problema de convivencia

De entrada, no creo que Eva De Anta, a título personal, tenga ningún problema, y, en todo caso, de tenerlo, sería asunto suyo. Que los alcaldes que gobiernan en coalición tienen algún problema es evidente, y nuestra alcaldesa es Eva de Anta y gobierna con los números que otorgan sus socios de CC. Eva ha mostrado serenidad y buenas formas aunque los sapos se los trague de espaldas a la ciudadanía. Por tanto, tiene en su favor la capacidad de contemporizar, cosa que otros ni saben lo que destila la palabra.

Tener a un alcalde en las condiciones de Eva, es decir, siéndolo, que no gobernando, atrapada en el riesgo de inestabilidad y amenaza de ruptura, no resulta muy operativo para la gestión del territorio, porque no queda más maniobra que permanecer y tener nula capacidad de decisión, o al menos de influencia, para conducir una política que dé satisfacción al pueblo. Sabiéndola con buen oído, y mejor trato, ahí me quedo, porque no sé de su gestión pública. Ignoro qué piensa de los retos que les tocan a los aliados del gobierno. Tampoco está la cosa para criticar la mala gestión de aquellos sobre esos asuntos que le inquieten pero que andan en otras manos. No puede establecer directrices, ni indicar un camino o plantear prioridades… ni tan siquiera señalar cómo lo haría ella.
 
En la capital es donde más se nota la estanqueidad de las concejalías, la falta de flujo, la ausencia de coordinación
 
El pacto de Arrecife, de entre los que gobiernan en coalición, resulta el más llamativo, debido a la complejidad del municipio. En la capital es donde más se nota la estanqueidad de las concejalías, la falta de flujo, la ausencia de coordinación. Las afirmaciones de poder desde cada área dejan a la Alcaldía vacía de contenido. La representatividad es el honor que queda.
 
La torpeza de todos, PSOE y CC, es la miopía política, esa que les impide ver más allá, así como su falta de destrezas para coordinar las políticas que la ciudad demanda y que son tan evidentes, las de orden urbanístico y las de la parte social. Esa incapacidad les impediría acometer acciones exitosas que cada uno desde sus áreas puedan rentabilizar políticamente. Lo de sentarse juntos, que es una obligación, lo de servir, que es un deber, se diluyen en una espesura de soberbia de unos, temores de ruptura en otros, y las dos cosas en el resto.
 
De estar a las puertas del divorcio, PSOE y CC, debido a un matrimonio sin amor, aunque con “hijos” que educar, no parece factible que se pongan de acuerdo en cómo romper. Los hijos se las traen al pairo y lo importante, lo que realmente no hay que desdeñar, es quien se queda con la casa: es lo único que podría estar en cuestión. Perder la renta y el estatus, no necesariamente en ese orden, es lo que a algunos les debe poner como motos. La vocación de servir queda para el voluntariado.
 
El problema de la alcaldesa de Arrecife, la de muchos en su situación, es la de un secuestro aceptado y pactado, acaso a cambio de un sillón, pues si está y no puede gobernar, ¿de qué nos sirve tenerla ahí? Dicen que están para dar estabilidad, pero a mí me parece que todos están por tocar poder con la esperanza puesta en que la próxima contienda electoral les sea más favorable y puedan tener mayoría absoluta. Como fin, no como medio, para un buen gobierno.

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