ANÁLISIS

Toda una vida: los profesionales de la política

Se es político por vocación, por profesión o por ambos motivos. Unos están un tiempo y se van; otros llevan toda la vida: son los profesionales.

Toda una vida: los profesionales de la política

Lo raro por aquí es que una persona dé el salto a la política desde una carrera profesional más o menos brillante. Lo normal es iniciarse en la política desde abajo, curtiéndose en las juventudes del partido, haciendo méritos como afiliado de base, aprendiendo a conspirar manteniéndose a flote, abriéndose camino en cargos orgánicos, desarrollando el instinto de supervivencia e iniciando una carrera política desde una concejalía menor. 

Se entiende a nuestros efectos que un político es toda persona afiliada a un partido y que ha sido elegida o nombrada para tareas asociadas a instituciones y organismos públicos. Aclarado este extremo, se plantean los interrogantes: ¿Hay profesionales de la política en Lanzarote? ¿Quiénes son y dónde están? ¿Es mejor un político profesional o uno vocacional y ocasional? ¿Deben ponerse límites a la carrera profesional de los políticos? Demasiadas preguntas.
 
“El dudoso mérito de ser los decanos de la política en la isla lo tienen, ex aequo, Suso Machín y Pepe Juan Cruz”
 
En 1995 hubo en Canarias elecciones autonómicas, insulares y locales, apareciendo en la escena política varios treintañeros. Algunos siguen en activo y llevan exactamente 22 años dedicados a la cosa pública: Mario Pérez, Marcos Hernández, Juan Antonio de la Hoz y Luis Celestino Arráez. ¿Viven para la política o viven de la política? Como quiera que sea, no son los más veteranos. El dudoso mérito de ser los decanos de la política en la isla, con 30 años ininterrumpidos a sus espaldas, lo tienen, ex aequo, Suso Machín y Pepe Juan Cruz.
 
Empresario del ramo de la electricidad el primero y auxiliar administrativo el segundo, ambos empezaron de concejales en 1987. Suso no ha salido de Tinajo, pero a lo largo de tres décadas ha defendido las siglas de la AIL, del PIL y de CC. Pepe Juan siempre ha militado en el PSOE, y salió de Tías para dar el salto al Cabildo tras invernar una legislatura en la Dirección General de Estadística del Gobierno de Canarias.
 
“No hay ni una sola mujer en activo en la política con tan largo recorrido en estos momentos”
 
Un tercer grupo de representantes públicos que sigue en activo irrumpió en las elecciones de 1999 y se encuentra cerca de cumplir 20 años en la política. Se trata de Rafael Juan González, Pancho Hernández, Pedro San Ginés, Andrés Stinga y Tato Rodríguez. Otro grupo de esta misma generación se encuentra en un momentáneo paro forzoso, a la espera de nuevo destino. Como los anteriores, sus profesiones civiles son variadas: profesores, taxistas, trabajadores públicos… y, a priori, parece que la mayor parte de ellos podría ganarse la vida fuera de la política. La única afirmación categórica que puede hacerse sobre este asunto es que en todos los casos son varones. No hay ni una sola mujer en activo en la política con tan largo recorrido en estos momentos.
 
“Hay veteranos que siguen viendo la ocupación de un cargo público como una muesca más en su revólver”
 
Al cumplirse cuarenta años de la nueva democracia española, no ha sido resuelta la discusión sobre los límites temporales en la política. Hay veteranos que siguen viendo la ocupación de un cargo público como una muesca más en su revólver, como un paso más en su carrera política, e incluso los hay que creen que nacieron para ser jefes, para mandar. También hay jóvenes que piensan igual, a pesar de los cambios que se vienen produciendo en la escena pública española en los últimos años. Unos y otros disfrutan o esperan disfrutar de cierto estatus y reconocimiento social en la comunidad, mientras parece extenderse la idea de que se puede, y hasta se debe, vivir ocasionalmente para la política por pura vocación, siempre que se tenga otra profesión con la que ganarse la vida cuando aquella etapa concluya.
 
Lo más importante con todo sigue siendo que no se diluyan las cualidades que deben adornar la acción de todo cargo público, como la vocación de servicio, saber escuchar, la pasión por lo público, el sentido de la responsabilidad, la sensibilidad hacia el dolor ajeno, la mesura o tener claro que se debe obediencia a los conciudadanos. Cualidades todas ellas que pueden irse al traste a base de pisar moqueta, subirse al coche oficial, triturar los principios, vivir de la adulación, endiosarse o aspirar a enriquecerse.

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