Somos y el conjunto artístico de Arrecife

Somos y el conjunto artístico de Arrecife

Si de lo que se trata es de recuperar el conjunto artístico (y urbano) de Arrecife, las piezas artísticas existentes en la ciudad son el objeto de la demanda del partido Somos, con representación municipal en el Ayuntamiento. La llamada de atención sobre el mal estado de algunas de estas obras merece alguna que otra observación de distinto orden, teniendo como eje ese conjunto. Antes de poner -o al tiempo en que se pone- una mano sobre estas obras, es conveniente poner la otra sobre la propia ciudad, con idéntico nivel de deterioro y con la misma necesidad de atención. Es destacable que siendo los daños evidentes en unas y otra, el equipo de gobierno no actúe. Arrecife y las obras se caen a trozos.
 
La intervención sobre las obras tiene su protocolo. Que los autores  otorguen  su conformidad y supervisen las tareas de restauración parece de sentido común, pero lo sensato es que sean los autores los que acometan la reparación de “su” obra, ya que los daños no son imputables al vandalismo, a un accidente, ni al mero paso del tiempo. El deterioro es el resultado de una pésima elección de materiales y/o de una deficiente técnica. No es de recibo que las piezas escultóricas que una administración adquiere, no tenga un período de vida razonable. Ya debería andar ligero el Ayuntamiento para solicitar a Andrés Allí y a Paco Curbelo que se pongan las pilas, so pena de retirada con dirección al punto limpio. Eso, o la cesión de una pieza por parte de los artistas, sin cargo para las arcas públicas que sustituya a las retiradas.
 
No estaría de más que algún especialista asesorara al Ayuntamiento sobre los materiales de las obras que pretenda adquirir para el espacio público
Aprendida la lección, no estaría de más que algún especialista asesorara al Ayuntamiento sobre los materiales de las obras que pretenda adquirir para el espacio público, por aquello de la garantía mínima exigible.  Seguro que de “El Pollo”, del que se anuncia un mantenimiento cada cierto tiempo, se habría cuestionado el material (un espanto, por cierto). Viene el párrafo anterior que ni pintado (esculpido) para idéntica petición a los propietarios de las viviendas, pues no se trata sólo de las vías públicas, con el objeto de que se aplique la misma vara de medir. Si las esculturas están deterioradas, y pedimos lo que pedimos, esto es, que arreen los artistas, pues que los  propietarios de los inmuebles ídem de ídem. Que arreglen sus casas o que el Ayuntamiento actúe y pase la factura. Parte de la decadente escena urbana obedece a viviendas abandonadas o demolidas.
 
Lo primero es responsabilidad del vecino, lo segundo del Ayuntamiento que incumple la normativa al autorizar una demolición sin requerir el proyecto de construcción de un nuevo inmueble. Y si lo han demolido con nocturnidad, pues que actúe y legisle: “que los solares objeto de demolición deberán ser edificados en un plazo de tiempo”. A ver si este “después de una guerra” se nos va de la retina, que tanta infelicidad nos produce.
 
La tercera responsabilidad, esta vez municipal, en este contexto de dejaciones y abandonos, es de las vías públicas, cuyo mantenimiento, ornato y puesta de condiciones para el disfrute  es compartido, pero más municipal que vecinal. Corresponde a nuestros representantes asistirnos, y una forma de hacerlo es dando respuesta a nuestras  necesidades de recreo visual, una vez resuelto el de la funcionalidad. Algunas sabemos cómo  hacerlo, pero ya nos hemos percatado de su desconocimiento, disfrazado de soberbia (siempre es así), y de su incapacidad de atender ninguna sugerencia que provenga del populacho, tan despreciable y tiquismiquis. Excepto en período de elecciones. Dios, ¡qué “jartura”!

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