Rajoy, jefe de campaña

Mariano Rajoy es el único jefe de campaña de un partido político que ha estado ajeno a los recursos económicos que hacen posible el desarrollo de la propia campaña política. Debe ser una excepción mundial porque, en cualquier rincón del planeta, un jefe de campaña es la máxima autoridad después del candidato, ya que su gestión debe buscar organizar a todos los integrantes del proceso que estén por debajo de él y del candidato: restantes candidatos, consultores, analistas, inversores, activistas, afiliados... Es quien dicta las medidas y las acciones del proceso de campaña, qué camino seguirá el candidato para asegurar el voto del electorado y cómo se mostrará la imagen de éste.

En toda campaña se realizan tareas logísticas, es decir, se produce material específico, se imprimen carteles y se crean spots y todo tipo de productos que divulgan la imagen y las ideas del candidato. Asimismo, se viaja y se recorre el territorio, se distribuye el material y se pegan carteles, se organizan actos públicos -con luz, sonido y actuaciones musicales- reuniones privadas, garbanzadas, etc. Por otra parte  se cuidan las relaciones con los medios de difusión, que cobran por emitir los mensajes. Todas estas actividades son costosas y para poder llevarlas a cabo es necesario ocuparse de las finanzas.
 
La consecución de recursos financieros es, evidentemente, vital para asegurar la realización de una campaña. Esta función, si bien puede residir en un equipo, suele ser manejada por el propio candidato y su núcleo duro, en el que se encuentra el jefe de campaña. En todos los países y en todos los partidos existe una tendencia a rodear de secretismo la recolección de fondos para las campañas políticas, ya que casi nadie está dispuesto a revelar el origen del dinero que se maneja.
 
Las buenas campañas las hacen las buenas finanzas. Menos para Mariano. Quizá la explicación esté en que la mano derecha de Rajoy no sabe lo que hace la izquierda, como decía el ex-ministro del Interior.

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