Tienen los días contados, pero se resisten a desaparecer

Peleas de gallos, tradición ayer y hoy crueldad

Las Islas Canarias tienen el dudoso honor de ser una de las dos regiones de Europa en las que sigue siendo legal la celebración de este cruento espectáculo.
Peleas de gallos, tradición ayer y hoy crueldad

Las peleas de gallos tienen los días contados en Canarias, pero se resisten a desaparecer. Las Islas tienen el dudoso honor de ser una de las dos regiones de Europa en las que sigue siendo legal la celebración de este violento pasatiempo. La otra es Andalucía. Las riñas de gallos pueden celebrarse porque la ley que las regula se columpió en el alambre cuando se tramitó y se aprobó por el Parlamento canario en 1991. Erró tratando de contentar a todos, ya que, de una parte, “se prohíbe la utilización de animales en peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades que conlleven maltrato, crueldad o sufrimiento”, y, de otra, establece una única excepción con aquellas peleas de gallos que se circunscriben a las localidades donde hay tradición. Una ley bipolar.
 
Las riñas de gallos han gozado de arraigo en Lanzarote y todavía hoy existen espacios  donde se organizan peleas, como la Casa del Gallo, ubicada en la Villa de Teguise. Aun hay quien las considera una tradición debido a sus más de dos siglos de vida; incluso hay quien se las toma como un deporte, pero, con el paso de los años, una amplia mayoría cree que se trata simplemente de un acto de crueldad hacia los animales fruto de los más bajos instintos humanos. No parece que sea otra cosa, ya estas peleas no son más que un combate entre dos gallos para que los asistentes disfruten y/o crucen apuestas, aunque están prohibidas. Una ceremonia de la sangre, un regocijo ante la muerte.
 
Se estima que hay cerca de diez mil personas directamente vinculadas a las peleas de gallos
Las peleas de gallos sólo se celebran en espacios denominados galleras, organizadas por las propias asociaciones de cuidadores de gallos. En teoría, no cuentan con ayudas públicas ni publicidad. La ley canaria que las regula establece que no se pueden construir más galleras y que las administraciones públicas se abstendrán de impulsar esta práctica. Pero eso no es así: el Campeonato Regional siempre se celebra el domingo más cercano al 30 de mayo, Día de Canarias.
 
Los fundamentalistas de “lo nuestro” lo consideran una seña de identidad, un rasgo de la cultura propia, cuando no es más que una evidencia de la falta de evolución de la especie humana, y buscan el amparo de instituciones y autoridades afines. Quizá por eso, han conseguido que la entrada a las galleras sea libre y que la Federación Gallística Canaria, que cuenta con cerca de medio centenar de clubes y asociaciones en el Archipiélago, haya emitido más de mil carnés de casteadores para competir en las galleras. Se estima que hay cerca de diez mil personas directamente vinculadas, de una u otra forma, a esta práctica en las Islas.
 
El gallo brinca, se suspende unos instantes y ataca con la espuela buscando el pescuezo
Los criadores trabajan con una raza especialmente combativa y de pequeño tamaño, el gallo inglés. Antes de empezar la contienda, ambos animales son alzados y se reconocen en el aire. Nada tocar el suelo comienza la pelea a muerte. El gallo brinca ayudado por las alas, se suspende unos instantes y ataca al adversario con la espuela buscando el pescuezo. Gana el que deja a su adversario inhabilitado para seguir combatiendo, incluyendo la muerte. En un combate, el perdedor no siempre muere y, a veces, se recupera para volver a pelear. No hay asaltos y hay un tiempo límite para vencer o ser vencido, que son 10 minutos.
 
La Federación Gallística Canaria data de 2005 y aglutina a asociaciones o clubes, dedicados a la “selección, cría y competición de gallos finos o de riña”. En Lanzarote hay cinco asociaciones o clubes: la Gallera de Teguise, la Gallera Rofero de Tinache, la Gallera El Volcán, la Gallera de Arrecife y el Club Gallístico La Geria. La competición se desarrolla entre los meses de febrero y mayo.

“El espectáculo más salvaje y lamentable”

El impulsor de la ley autonómica, Miguel Cabrera Pérez-Camacho, propuso en su día la prohibición de esta práctica, además de la de los toros, el tiro al pichón o las peleas de perros, que sí terminaron siendo declaradas ilegales. “Es el espectáculo más salvaje y lamentable que se permite en estos momentos en Canarias. Es lo que más nos acerca al mundo subdesarrollado y al salvajismo”, llegó a manifestar.
 
El Partido Animalista (PACMA), Podemos, Nueva Canarias y Sí se Puede son las únicas formaciones políticas que han manifestado su frontal oposición a esta práctica y reclaman la retirada de esta Ley o, en todo caso, a su revisión. Ni CC, ni PSOE, ni PP se han sumado a esta causa, salvo algunos representantes a título individual. La ‘Plataforma No a las Peleas de Gallos Lanzarote’ es la organización que más activamente combate esta práctica deleznable.
 
El Código Penal contempla desde 2015 penas de prisión para los responsables de actividades ilegales de peleas de animales, pero los organizadores de peleas de gallos en Canarias se sintieron aliviados cuando supieron que la reforma no incluyó ninguna referencia a ellas.

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