Milana y cochinilla

El reciente conocimiento de la Reserva de la Biosfera a la Asociación ‘La Milana’ significa dos cosas. Una: lo está haciendo bien en defensa de la cochinilla. Dos: los poderes públicos lo está haciendo mal porque la actividad está estancada. La cochinilla viene dando tumbos porque no puede competir con las producciones americanas, donde la fuerza de trabajo es mucho más barata. Para darle fuelle al sector, desde hace 25 años, al menos, se viene hablando de la posibilidad de crear un Museo de la Cochinilla, una Ruta de la Cochinilla y hasta un Centro de Transformación. Son ideas interesantes, pero jamás se han llevado a la práctica, quizá porque están más cerca del ámbito de la cultura que de la agricultura. 

A fin de cuentas hablamos de cultivo de la cochinilla, pero no se trata de un cultivo en sentido estricto, puesto que su resultado no es comestible y la cosa va de recolectar el parásito de las tuneras. Es como la sal marina. Se cosecha, pero no es un cultivo ni un producto alimenticio, aunque se utilice como ingrediente culinario. Las salinas y los cultivos de nopales de Mala y Guatiza son expresiones de modos de vida del pasado y, en cuanto tales, merecen el cuidado y la atención de las autoridades antes de que se conviertan en eriales y de ellos no quede más recuerdo que el de una vieja fotografía. 
Ante la desidia general, uno de los más valiosos activos de Lanzarote, el paisaje, se está viniendo al piso. La Geria, el Malpaís de la Corona, las salinas, los nopales, el jable… Todo al piso. Nadie puede encadenar a ningún hombre a la tierra de por vida, pero se han podido hacer muchas cosas y no se han hecho por mejorar el espacio agrario, como todavía se pueden hacer muchas cosas antes de que toda la isla se convierta en un solar sucio y polvoriento. Nada mejor que relanzar las actividades económicas vinculadas a la conservación del paisaje para mantener la calidad del territorio insular, y si éstas ya no son rentables, habrá que pensar en nuevas herramientas para, utilizando la palanca turística, permitir al menos la pervivencia de ciertos testimonios. Y de paso ampliamos la oferta complementaria de ocio sobre bases de autenticidad.

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