Top Secret, 22 de agosto de 2017

La vendimia de este año

Este año se recogerá unos 2,5 millones de kilogramos de uva en los campos lanzaroteños. Mucho mejor que el año pasado, en la que apenas se cortaron 700.000 kilos de uva y considerada como la peor de las últimas décadas, y peor que el año anterior, 2015, cuando se cosechó un total de 3,7 millones de kilogramos, lo que la convierte en la más abundante de los últimos diez años. No tanto, ni tan calvo, como diría el otro, porque así no hay manera de saber a qué atenerse. Según el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de los Vinos de Lanzarote la calidad de la uva es excelente, por lo que se esperan unos vinos asimismo excelentes. Del orden de dos millones de botellas.
 
El negocio, de aquella manera
 
A ojo de buen cubero, la producción de vino rondará los dos millones de botellas, cantidad que no parece excesiva teniendo en cuenta el consumo local de los 120.000 residentes mayores de edad y el de los turistas (que suponen casi tres millones anuales descontados los menores de edad), dejando a un lado el vino que se exporta a otras islas,  a la península y a otros países. Con estas cifras, la facturación del sector vitivinícola insular rondará los 14 millones de euros. De ellos, la cuarta parte irá a parar a los cosecheros, que son unos 1.800, y las tres cuartas partes restantes a las bodegas. Subvenciones a unos y otros aparte. La cuestión de fondo, y así viene siendo desde hace décadas, consiste en si es adecuado o no el precio que se paga a los cosecheros por cada kilogramo de uva recogido, cuando se abona dentro del año, que está por ver, porque son los que de verdad mantienen el paisaje. Unos mantienen el paisaje y otros obtienen los beneficios, como casi todo en la vida. 
 
El Pan Especial, ¡ños! 
 
La cosa enreda si en el negocio de la uva y el vino metemos que La Geria es un espacio natural protegido, y que carece de Plan Especial porque lo tumbaron los tribunales de justicia. La cosa es que atendieron las demandas de una parte de los bodegueros, pero no las de los cosecheros, así que algo no iba bien. Máxime cuando los argumentos de una de las partes que participa en el debate se parapeta tras los productores de uva, quienes son empujados a la primera línea de la discusión como si de infantería ligera para carne de cañón se tratara, y todo para defender no sus intereses, sino el de los bodegueros. Sus intereses son que les abonen más por cada kilogramo de uva, que les paguen sobre la marcha y que aumenten las subvenciones. Por cierto, la ayuda europea es ridícula, porque se subvenciona la hectárea, no el kilogramo de uva. En consecuencia, se subvenciona igual una hectárea “normal” que otra situada en pleno corazón de La Geria, formada por hoyos profundos y que requieren muchísimo más esfuerzo siendo menor su productividad, aunque su contribución paisajística es mucho más valiosa. De hecho, el propio Consejo Regulador considera discriminatoria la distribución de las ayudas europeas al sector primario en Canarias, puesto que la uva recibe sólo el 5 por ciento del total cuando al plátano se destina el 60 por ciento. Y ello a pesar de que la superficie de ambos cultivos en el Archipiélago es bastante similar. Bla, bla, bla, pero cuando toca defender de verdad el sector primario, silencio sepulcral.

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