La tercera centralidad

Ya puestos, venga, vamos allá, apuntémonos a brutos. Reforma del sistema electoral canario. Uno: Gran Canaria y Tenerife se quedan como están, con quince escaños cada una y allá ellas con sus equilibrios y sus pleitos. Dos: Como Lanzarote y Fuerteventura tienen más del doble de habitantes que La Palma, La Gomera y El Hierro, les corresponderían seis diputados más de los que ya tienen: 2 más para los majoreros, 2 más para los conejeros, 1 para los gracioseros y otro para Quique Jordán, en representación del señorío de Alegranza. Tres: otros cuatro diputados regionales se elegirían por una circunscripción única de ámbito regional. Total: tendríamos un Parlamento con setenta diputados. Es decir, hágase una reforma del sistema electoral canario teniendo en cuenta una tercera centralidad.

¿Y qué es lo que cambiaría con estos números? Más bien poco, una cosa menor: la corrección de las odiosas asimetrías entre las islas menos pobladas orientales y occidentales. Primero, se haría justicia electoral, parlamentaria y presupuestaria entre el bloque de las islas menos pobladas del naciente y el poniente. ¿Y para qué? Pues para nada en particular, pero ya puestos a elegir a un alcalde de pueblo como presidente del Gobierno de Canarias, porque esto es de lo que se trata, ¿por qué no Oswaldo, Loli, Gladys, Pancho o Eva de Anta? ¡Hasta Alicia Páez! El diputado regional Mario Cabrera también vale. Hasta Quique sirve. No admite duda que, al menos, lo harían igual de bien. Porque coges tanta mediocridad, la embarcas junta, le quitas el macho de fondo y no los echan de menos ni en sus casas.

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