Top Secret, 12 de enero de 2018

La estabilidad, según el PP

La estabilidad, según el PP

La estabilidad, según el PP
La presidenta insular del PP, Ástrid Pérez, con la entusiasta aquiescencia de su secretario general, Joel Delgado, han llevado al partido a uno de sus picos históricos de ridículo. Esta frase fue pronunciada por un destacado miembro del Partido Popular a un componente de nuestra redacción. ¿Hito histórico de ridículo? ¿Y eso? Miren para el Cabildo: apostó por una inestabilidad y vean lo que hay. Y, ciertamente, es como para que dé explicaciones en la próxima Junta Directiva, o como se llame el órgano donde se reúnen los que toman decisiones en ese partido. Ástrid Pérez parece un tanto desnortada, desde el punto de vista político. Se obcecó con un imposible, la Alcaldía de Arrecife, mientras los suyos arremetían con dureza, desde la oposición, contra las políticas de Coalición Canaria en el Cabildo. Y en un visto y no visto, pacta con los nacionalistas en la primera corporación de la isla ‘para dar estabilidad’ a esa institución, en minoría desde el verano pasado. Y convendría que explicase qué quiso decir con esa palabra, visto el tsunami que su entrada provocó en el pacto que mantenían CC, PIL y Sosa y que ha terminado con la salida del consejero insularista Manuel Cabrera, dejando en minoría, de nuevo, al Gobierno Insular.
 
Saray, lista
En efecto, el PP entró en el Gobierno utilizando esa categórica expresión: estabilidad. Y la aliñó con otra que parecía ratificar la contundente personalidad del partido de derechas: “no damos un cheque en blanco a San Ginés”. Y a los cinco minutos se les enchumba el talonario entero mientras se les colaban en tropel los reubicados concejales de CC en Arrecife. Se han visto controles más férreos, desde luego. En medio de estas operaciones poco pensadas, siendo benévolos, en las que ha provocado la inestabilidad de Arrecife pidiendo a CC que retirara a sus concejales y que, indirectamente, también se ha cargado la última opción de mayoría que le quedaba a San Ginés, hay alguien que se salva del naufragio. La más lista. O hábil. Saray Rodríguez, a quien correspondía la Vicepresidencia Primera y cuyo nombramiento como tal le ha costado la estabilidad a la institución, renunció al cargo para no tener que dimitir de concejal en Tías. Visto lo visto, lo mejor que ha hecho, porque si lo del Cabildo sale mal (peor, queremos decir) siempre le quedará un despachito en la Vuelta Abajo.
 
Y al final, Manolo…
La salida de Manuel Cabrera del Gobierno Insular tampoco ha sido tranquila. A media mañana de este jueves, y desde el correo electrónico de Feliciano Díaz, alto cargo del PIL en el Cabildo, se anunciaba la renuncia. Casi dos folios de explicaciones, acusaciones veladas, lamentos, justificaciones… y su partido sin saber nada. O no. Porque han puesto el grito en el cielo afirmando que se han enterado por la prensa, que no le habían dado autorización, que no sabían nada para, acto seguido y en la misma frase, afirmar que conocían que Cabrera quería abandonar, pero que le dijeron que esperara hasta la celebración de un Consejo Político que, al parecer, estaban intentando convocar en el momento del adiós del consejero. Un tanto descolocados se han quedado, dicen. Y dicen también que por Guatiza se han escuchado unas inmensas carcajadas. Un episodio más de la política emoji en la que andamos metidos en Lanzarote.
 
La frase del día: Fernando Clavijo, presidente del Gobierno, refiriéndose a las obras del muelle de Playa Blanca: “Hemos conseguido desbloquear en 11 meses, en menos de un año, un proyecto por el que los ciudadanos de Lanzarote han tenido que esperar 20 años”. ¿Qué quiso hacer exactamente? ¿Presumir de buen Gobierno o afear a sus compañeros de Coalición Canaria de las dos últimas décadas?

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