La autonómica

Ni tiene autonomía ni trabaja por cuenta propia. La televisión canaria, otrora la nuestra, se estrenó en 1999 y, casi desde entonces, su devenir consiste en vagar y divagar entre dispendios, contratos opacos, programas fallidos y una caída en picado de la audiencia. Su actitud servil hacia el poder, de un lado, y su discutible concepción de la canariedad, de otro, han convertido a la televisión autonómica canaria en un proyecto insostenible e innecesario que se limita a actuar como un sesgado, aunque útil, aparato de propaganda electoral de un único sector del espectro ideológico de las Islas.
 
El presupuesto de la televisión canaria ha pasado de 61 millones de euros en 2008 a 27,9 millones en 2016, y en ese período la audiencia media ha caído del 10,2 por ciento al 5,3. Los datos hablan por sí solos. Seguramente por eso, en julio pasado, el presidente del Gobierno canario reconoció que no está satisfecho ni con los contenidos ni con la audiencia de la tele pública, llegando a afirmar que el modelo actual ha fracasado. Nadie está contento, ni el ejecutivo ni la oposición, mientras se discute si lo que falla son las personas responsables o el modelo mismo.
 
Encorsetada por un férreo control gubernamental, la falta de presupuesto, una parrilla de circunstancias y la industria audiovisual generada a su alrededor en amenaza de ruina, sólo los comisarios políticos parecen sentirse a gusto con la actual situación.
 
“Mientras la autonómica no se atreva a reírse del poder, no conseguirá convertirse en un servicio público libre”
 
La audiencia merece atención aparte. Se encuentra en sus registros más bajos tras cerrar el año 2015 con una perdida general de espectadores de 1,5 puntos, alcanzando a duras penas una media de cadena de 6 puntos de audiencia frente al 7,5 de 2014. Y cayendo. Por eso resulta lógica la paralela disminución de los ingresos publicitarios, generando un bucle que no parece tener salida.
 
Le televisión pública canaria surgió como un elemento de cohesión de las islas y sus gentes, de difusión cultural y de promoción del tejido empresarial audiovisual del Archipiélago, pero ha sido incapaz de producir un programa de humor sobre la realidad y el poder que supere el costumbrismo.
 
Tanausú Lemes

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