Top Secret, 25 de septiembre de 2017

#FreePiolín

#FreePiolín
Igual no lo saben, pero el Gobierno del PP fletó un barco para que se alojaran los policías "destinados" a Barcelona.  Un recurso ante la ausencia de plazas hoteleras. El problema (o no) es que se trata de un crucero 'familiar', decorado con motivos infantiles. En concreto de dibujos animados de la Warner Bros.: Piolín, el Pato Lucas, el Coyote... Se podrán imaginar, los que no lo sepan, que en un país como este poco tardó el respetable en hacer chufla. Y las redes sociales (otra vez) se convirtieron en la inmensa plaza del pueblo donde echarse unas risas gracias al torpe del Gobierno de España que fletó el barco de marras. Pero estamos hablando del Gobierno del Partido Popular que si bien se muestra torpe en sus decisiones, es bastante peor cuando trata de reconducirlas. Así que le han encargado a otro de sus meritorios que busque una solución para que el pueblo deje de mofarse ya de la policía (que poca culpa tiene en todo esto, ciertamente). Y va el reparador y manda poner una lona para tapar los inmensos dibujos que a babor y a estribor exhibe con orgullo,  y con intención de cautivar niños, el crucero anti independentista. Un desastre de alternativa. En seguida el reclamo #FreePiolín ha subido a lo más alto del debate dominical. Sólo cuando Puigdemont decidió ahorcarse con la soga periodística gentilmente cedida por Évole, ha parado un poco, sólo un poco, el escarnio.
 
La teoría de la soga
La misión de los periodistas en las entrevistas es dar soga al invitado. Cada pregunta es un metro de gruesa maroma. Con eso el entrevistado puede hacer dos cosas: o saltar a la comba o ahorcarse. El político, normalmente, se ahorca. Y así no es difícil asistir a entrevistas llenas de contradicciones, respuestas populistas, parrafadas indocumentadas, tipos que se van envaneciendo con sus (supuestos) triunfos y un largo etcétera. Metros y metros de cuerda con la que acaban enredándose inevitablemente. Estos días, en Lanzarote, son un claro ejemplo de la teoría de la soga. Ante la inestabilidad  de las dos principales instituciones de la isla: el Cabildo en minoría y el ayuntamiento de Arrecife con un pacto de gobierno que parece diseñado por el mismo de la operación Piolín, los responsables políticos de los partidos insulares están a ver quién la dice más gorda. En el ránking encontramos desde una alcaldesa que dice vivir en el País de las Maravillas a un Partido Popular que cree que la culpa de todos los males la tiene Ciudadanos por no firmar una moción de censura que, casualidad, pondría a Astrid Pérez de alcaldesa al tiempo que apuntalaría a Pedro San Ginés en el Cabildo (pero esa segunda parte la omiten: a esa altura de entrevista ya se han ahorcado con la soga).
 
Infeliz aniversario
Otro 25 de septiembre toca honrar la figura de César Manrique al que ayer, por cierto, el Telediario de La 1 situó en Tenerife tanto su cuna como su obra (de repente resulta que el ideólogo del crucero Piolín es editor de informativos de la Pública). De nuevo en la mañana de este lunes una representación de los trabajadores de los Centros Turísticos acudirá al cementerio de Haría a rendirle homenaje. Hace años que también acuden los políticos de turno y hace menos que han sumado al acto a los escolares del CEIP San Juan, de Haría. El acto suele ser sencillo: la lectura de un escrito, que suele contener fuerte carga crítica, unas palabras de los niños, algo de música y la ofrenda floral institucional. Los trabajadores suelen depositar también una flor sobre cada una de las tumbas del camposanto norteño. 25 años han transcurrido del trágico accidente que acabó con la vida del genio conejero. Un muy infeliz aniversario. César, que en sí mismo fue pura vida, seguramente hubiese preferido que celebráramos su cumpleaños más que recordar su muerte. En 2019 será el centenario de su nacimiento. Año electoral, por cierto.

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