¿Y ahora qué? se pregunta todo el mundo

‘Chinijo’ y la incompetencia del Gobierno canario

La decisión del Tribunal Supremo que deja sin protección a los Islotes se basa en que el Gobierno canario no ordenó de manera pormenorizada los recursos naturales.
‘Chinijo’ y la incompetencia del Gobierno canario

El Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del Archipiélago Chinijo ha sido anulado por el Tribunal Supremo y, por si no fuera poco, la declaración de Parque Natural del Archipiélago Chinijo “ha perdido su vigencia”, al no haberse cumplido los trámites legalmente  establecidos para estos espacios protegidos. Más de diez años de pleitos en los tribunales se saldan trágicamente para las tesis conservacionistas ante la inoperancia del Gobierno de Canarias, que ha sido incapaz de llevar a buen puerto las figuras de protección de este tesoro de la naturaleza.
 
La decisión del Supremo se fundamenta en que el Gobierno canario no hizo sus deberes y no ordenó de manera pormenorizada los recursos naturales existentes en este espacio protegido. Es lo que se llama Plan de Ordenación de los Recursos Naturales. El PRUG fue recurrido por la familia Jordán, propietaria de Alegranza, que desde entonces ha conseguido varias sentencias favorables que le han dado parcialmente la razón. Sin embargo, en esta ocasión también reclamaba una indemnización por “privación y limitaciones de uso”, pero en este asunto no ha conseguido el respaldo de los tribunales de justicia.
 
De momento, el libre albedrío presidirá las acciones de gracioseros, caleteros, turistas y visitantes
 
¿Y ahora qué? Esa es la pregunta que se hace todo el mundo, mientras que el Gobierno y Coalición miran para otro lado. Los neoconservadores y los ultraliberales tiran voladores, los amantes de la naturaleza están de funeral, el Ejecutivo canario teme que le lluevan cogotazos, los propietarios de las islas Alegranza y Montaña Clara brindan con champán, los cazadores furtivos de pardelas se frotan las manos y, por último, se abre un mundo de expectativas a los dueños de inmuebles en Caleta del Sebo, Pedro Barba y Caleta de Famara. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil y la guardería de Medio Ambiente del Cabildo se encuentran al borde de la depresión.
  
Sin Plan Rector, que es el instrumento que gestiona un parque natural y, lo que es más grave, sin espacio natural declarado, la Graciosa, los restantes islotes y la costa de Famara corren serios riesgos de deterioro debido a la fuerte presión que padecen por sus cada vez más numerosos usuarios, que están ávidos de disfrutar de espacios de alta calidad natural: playas semidesiertas, rica avifauna, espacios abiertos y poco humanizados, turismo no masificado…
 
El Archipiélago Chinijo fue declarado Parque Natural en 1986. Su Plan Rector entró en vigor dos décadas después y, transcurridos poco más de treinta años, los islotes se encuentran en el punto de partida. Así que, de momento, el libre albedrío presidirá las acciones de gracioseros, caleteros, turistas y visitantes sobre las arenas, los animales y las plantas que habitan el Archipiélago Chinijo.
 
El Archipiélago Chinijo no se va a quedar desprotegido durante mucho tiempo
Evidentemente, el Archipiélago Chinijo no se va a quedar desprotegido durante mucho tiempo. Pero lo que sí está claro es que las nuevas normas de conservación deberán ser consensuadas por todos los sectores implicados, desde las distintas administraciones públicas concernidas a las asociaciones profesionales y no gubernamentales, pasando por los propietarios de Alegranza y Montaña Clara y la población local: gracioseros  y caleteros. La clave del éxito radica en el logro de un equilibrio racional y razonable entre las aspiraciones de las personas y los, en apariencia, callados anhelos de las arenas, las orillas, las aves, las plantas, los volcanes y los peces.
 
Sólo servirá una declaración de espacio natural y unas normas de conservación nacidas del acuerdo amplio, porque serán determinantes para el desarrollo de las actividades económicas y particulares de la población, permitiendo el aprovechamiento ordenado de los recursos naturales y atender al crecimiento natural de la población y sus proyectos de vida.

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