Bionacionalismo

¡¡Canarias libre y verde!! Espetó el líder conejero, nuevo vicesecretario nacional de Coordinación y Estrategia de CC, David de la Hoz, acaso un grito de simpatía al procés catalán a cuya lista de espera de la independencia quieren pasar en breve.

BIO es vida, así, llanamente, un prefijo con raíz griega (biología, bioquímica…) que hace referencia a la existencia de los seres vivos. En el terreno de los productos, en Europa se ha venido utilizando para designar a aquellos a los que no ha sido aplicado ningún tratamiento químico, y que han sido cultivados respetando los ciclos de la naturaleza y que no han sido modificados genéticamente. En España se ha dirigido de forma habitual para cualquier tipo de productos sin relación alguna con la producción ecológica o biológica, contraviniéndose la norma europea y generando confusión en el usuario y errores en la percepción del producto.
 
Cualquier nacionalismo reivindica el derecho de una nacionalidad a la reafirmación de su propia identidad (conflictos aparte) mediante la autodeterminación política. La España de las autonomías da parte de respuesta a situaciones históricas y sobrevenidas, de nacionalismos, llamémosles periféricos, con niveles de intervención de esas comunidades sobre su lengua, la educación de sus ciudadanos… que, en apariencia, debería colmar unas aspiraciones de reconocimiento de sus singularidades. En origen siempre tendían a procesos de independencia, luego de autonomía y, a la vista de la realidad europea, de nuevo a la independencia.
 
Cuando CC acuña el término Bionacionalismo hay que dar varias vueltas de campana para entender lo que dicen
 
Cuando CC, el mismo partido desde el que se diseña una Ley del Suelo con difícil encaje en lo sostenible (¿en lo BIO?), acuña el término Bionacionalismo hay que dar varias vueltas de campana para entender lo que dicen y lo que quieren decir, porque, por mera operatividad, si lo que interesa es el bienestar de las Islas y por extensión del planeta, lo que debería hablarse es de primar políticas para un territorio que tengan sustento en la sostenibilidad. Y, aclaro, políticas que puedan acometerse desde cualquier espectro político y no sólo desde un partido como si este fuera a gobernar eternamente.
 
Apropiarse de una política que haya de conducirnos a la supervivencia del planeta, que se demanda desde hace decenios desde todos los ámbitos, meterlo en un archipiélago perdido en el Atlántico, en un partido político y llamarlo Bionacionalismo es poco menos que pretender ser los únicos capaces de hacerlo, porque a ver qué hacen los partidos de corte nacional, que no nacionalista, para gobernar aplicando el Bionacionalismo. No, claro, el Bionacionalismo pretende su aplicación sólo desde las esferas nacionalistas, generando patriotismo en el medioambiente, sentido de pertenencia a través de las plantas de cada isla, nombrar las cosas por términos propios…
 
En un mundo en el que los grandes avances sociales parecían no tener marcha atrás; en el que la comprensión del universo, la del planeta en que vivimos, su supervivencia, se empequeñece con políticas tan manidas; en el que la tarea política está deviniendo en una fábrica de seres empequeñecidos, localistas, egoístas y mezquinos, tan alejados de esa imagen de la tierra -una mota de polvo en el universo- vista desde un cohete en el espacio; en ese mundo, decía, esta imagen tan gráfica nos da la medida de que, para la conservación del planeta, la clave es pensar y actuar a lo grande con la perspectiva de la pequeñísima pieza del puzle que somos en el minúsculo planeta azul.
 
Parece esta la única manera de mantenerse en el poder ante los deficientes resultados que les vaticinan las encuestas
 
Una política sostenible exclusiva para los nacionalistas canarios, porque no les sirve adoptar las medidas existentes. Una política propia que les diferencie y por lo que parece, a la vista de la propuesta, nunca antes nadie -ni ellos mismos- ha practicado y que se pueda denominar política del medioambiente y de cuidado del territorio, pues todos sabemos los voraces que han sido. Parece esta la única manera de mantenerse en el poder ante los deficientes resultados que les vaticinan las encuestas.
 
Si el nacionalismo es una actitud de exigencia de cotas de autonomía o de independencia, parece que ser bionacionalista sería algo así como sumar a todo lo anterior un componente ¿novedoso? que es el del cuidado del medio sobre el que se reivindica aquella autonomía. Tal que si pudiéramos ser capinacionalistas (capitalistas nacionalistas), lolailonacionalistas (nacionalistas folclóricos), éticonacionalistas (nacionalistas decentes) y una etiqueta excluyera todo lo demás.
 
A mí lo que me parece es que con la etiqueta BIO quieren mantener las cuotas de poder que se les caen de las manos, para pillar por ahí a tanto desencantado de la política desarrollista que ellos mismos han ejercido. Su bandera es una medida potencialmente destructora de nuestros valores paisajísticos, agrícolas y culturales denominada como Ley del Suelo y que viene a ser su paradigma de la sostenibilidad. Menos mal que lo han acuñado sólo para ellos.

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