En la Avenida de La Marina

Rofe en los alcorques

Yendo de desatino en desatino, puede que algún día acierten con los árboles y los alcorques en Arrecife. Quizá acierten por pura casualidad, a base de equivocarse una y otra vez. Ahora es el rofe que han colocado en los alcorques situados en la Avenida de La Marina y las calles Blas Cabrera Felipe y Ruperto González Negrín. En un principio, se colocaron piedrecitas blancas, como del lecho de un río, y que, como es sabido, carecen de arraigo en la tradición paisajística arrecifeña. No pegaban, vaya. Pero el caso es que desaparecieron porque las retiraron con motivo del último Carnaval.

Desde entonces, los alcorque estaban pelados y, ahora, alguien ha tenido la ocurrencia de colocar rofe. Problema: los alcorques apenas tienen profundidad, por lo que el rofe queda a ras o por encima, y acaban volando y salpicando los alrededores. Lo mismo sucede con la isla donde se encuentra el drago, delante de la cafetería El Aborigen. Rofe a ras y salpicando las aceras. Un dislate que no acaban de entender.
 
Otrosí. Ahora, el rofe en los alcorques es el aliviadero de los perros. Mean y cagan, y todos sin excepción, al final, se despiden restregando el rofe con sus patas, un movimiento instintivo que los conduce a intentar echar rofe sobre sus excrementos. Por eso, el rofe acaba por la acera y la calle.
 
¡Que el rofe no funciona en los espacios urbanos!
 
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